Saber si fumar cigarros electrónicos −mejor conocidos como vapeadores− es mejor que fumar cigarrillos de tabaco tradicionales es el foco de investigadores alrededor del mundo que buscan entender si existen daños a la salud asociados a utilizar estos dispositivos.
Existen diferentes modelos de vapeadores, pero la diferencia fundamental entre estos y los cigarros tradicionales es que no queman la sustancia directamente, sino que tienen una batería para calentar y vaporizar una solución líquida. Esto resulta en que quienes lo consumen inhalen un aerosol en lugar de humo.
Las soluciones generalmente contienen nicotina, propilenglicol −un compuesto orgánico en forma de líquido aceitoso−, glicerina y algún saborizante.
“En los últimos años se han vuelto muy populares, pues tienen distintos sabores y puedes inhalar nicotina sin el inconveniente del aroma a cigarro”, dice Francisco Moreno, neumólogo del Instituto de Medicina Interna del Hospital Zambrano Hellion de TecSalud, en entrevista con TecScience.
Además, estos dispositivos son anunciados como una alternativa más saludable para fumar que los cigarrillos o incluso como una herramienta para dejar de fumar.
Sin embargo, la evidencia científica que existe hasta el momento apunta a que los vapeadores también pueden ser peligrosos para la salud y que no son la mejor terapia para tratar la adicción a la nicotina.
“No podemos decir que es mejor fumar vapeador que cigarrillo, porque sabemos que tiene efectos nocivos”, dice Moreno.
Los vapeadores también contienen sustancias tóxicas
Los cigarrillos electrónicos modernos fueron creados en Pekín, China, por el farmacólogo chino Hon Lik e introducidos al mercado en 2003. Para 2006, ya habían llegado a Europa, en 2007 a Estados Unidos y, alrededor del 2010, llegaron a México de forma irregular.
“Como llevan relativamente poco tiempo comercializándose, aún no sabemos con precisión cuáles son sus efectos a largo plazo”, advierte Moreno. “Para demostrar que fumar tabaco se asociaba con cáncer, se tardaron dos o tres décadas”.
Aunque la evidencia sobre estos efectos aún es escasa, existe evidencia de que el vaping no es inofensivo para la salud. Un estudio de 2018 de la Universidad de Carolina del Norte encontró que el propilenglicol y la glicerina son tóxicos para las células y que cuanto más ingredientes tenga un vapeador, mayor será la toxicidad.
Otro estudio reciente encontró evidencia de 22 sustancias tóxicas, aparte de la nicotina, presentes en estos dispositivos. Algunas de estas son el acetaldehído, la acroleína y el formaldehído, las cuales pueden provocar enfermedades pulmonares y cardiovasculares.
En ocasiones, también contienen acroleína, un herbicida que puede causar lesiones agudas en los pulmones, así como EPOC, asma y cáncer de pulmón.
“Sabemos que los vapeadores posiblemente sean menos tóxicos que los cigarrillos tradicionales, pero eso no significa que son seguros o que no hacen daño”, expresa Moreno.
Para los niños y adolescentes, que pueden llegar a consumirlos al ser promovidos como seguros, los vapeadores representan una amenaza, pues existe evidencia de que afectan el desarrollo del cerebro.
Otro factor importante a considerar es que en México −actualmente− los vapeadores no están regulados, por lo que es difícil saber la dosis de nicotina que estos contienen. Esto pone en riesgo a los fumadores, pues fácilmente se puede aumentar la tolerancia a esta sustancia.
“Es muy fácil incrementar la dosis de nicotina en cigarrillos electrónicos o en chicle, no te das tanta cuenta como cuando fumas tabaco”, enfatiza el neumólogo.
Aún no sabemos si realmente ayudan a dejar de fumar
Por otro lado, el que sean una forma efectiva para dejar de fumar aún está a debate, pues existe evidencia contradictoria al respecto.
En Suecia y otros países de la Unión Europea, por ejemplo, el gobierno ha establecido programas exitosos para tratar la adicción al tabaco, utilizando los vapeadores como un puente para finalmente lograr que se abandone el hábito.
En Reino Unido, los vapeadores han sido la herramienta más popular para dejar de fumar entre quienes lo han logrado en los últimos cinco años. Alrededor de 2.7 millones de personas han logrado abandonar este hábito usando vapeadores.
Sin embargo, otros estudios han demostrado que en realidad los vapeadores no son realmente efectivos para tratar esta adicción. Un estudio publicado en 2020 encontró que solo 9.6% de 2,770 fumadores que decidieron dejar de hacerlo lo habían logrado en el último año.
“En algunos países se utiliza al vapeador como puente para dejar de fumar, pero obviamente es algo supervisado y después de haber agotado las estrategias habituales”, cuenta Moreno. “Debe ser utilizado como una forma transitoria en lo que se abandona por completo la adicción a la nicotina, no cambiar un método de fumar por otro”.
En la actualidad, lo que en muchas ocasiones sucede es que quienes fuman vapeadores siguen fumando cigarrillos, aumentando su consumo de nicotina, en vez de reducirlo, de acuerdo con el experto.
Los países donde los vapeadores sí han servido como terapia para la adicción al tabaco suelen tener regulaciones estrictas para disminuir la presencia de sustancias tóxicas.
Así, la evidencia apunta a que para que realmente ayude, necesitan utilizarse en un contexto formal de terapia acompañada, además de que deben existir regulaciones para controlar lo que estos contienen.
Pero, lo más importante es crear campañas de concientización para informar a los ciudadanos sobre los riesgos asociados a fumar, ya sea con un vapeador o un cigarro.
“Como médicos nuestro papel es ofrecer información basada en evidencia sobre los daños asociados a este hábito”, dice Moreno.
¿Te interesó esta historia? ¿Quieres publicarla? Contacta a nuestra editora de contenidos para conocer más marianaleonm@tec.mx