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La agricultura de precisión: herramienta determinante para la sostenibilidad

En México, con 32.1 millones de hectáreas destinadas al uso agrícola, la implementación de nuevas tecnologías se ha concentrado principalmente en la aplicación localizada de fertilizantes y plaguicidas y en el uso sostenible del agua.
un dron recorre un campo de cultivo y agricultura de precision
El uso de la “colección de tecnologías”, como resume rápidamente el experto Juan Valiente a la agricultura de precisión, ha ido en aumento en su adopción. (Foto: Getty Images)

En la agricultura de precisión, tecnologías como drones llegaron a sustituir otras innovaciones muy útiles: imágenes satelitales, aplicación generalizada de fertilizantes e, incluso, la fotografía aérea. En la actualidad, los vehículos aéreos no tripulados suponen la mejor opción para evaluar cultivos en comparación con la imagen satelital, que puede ser costosa o con la fotografía aérea, que requiere de avionetas y puede ser una actividad peligrosa.

La agricultura de precisión es una estrategia de gestión que recopila, procesa y analiza datos temporales, espaciales e individuales y los combina con otra información para apoyar las decisiones de manejo de acuerdo con la variabilidad estimada para mejorar la eficiencia en el uso de los recursos, la productividad, la calidad, la rentabilidad y la sostenibilidad de la producción agrícola, según definió la Sociedad Internacional de Agricultura de Precisión en 2019.

Tanto los vehículos aéreos no tripulados como la fotografía aérea reemplazaron a su vez la sencilla actividad de scoutear o explorar personalmente grandes campos de cultivo. Ahora, con un dron de diagnóstico se puede identificar un problema específico como maleza o a los defoliadores (insectos que se alimentan de las partes más suaves de las hojas), y con el mismo dispositivo, u otro similar, se puede regar algún fertilizante o productos químicos que ataquen el problema y así evitar el desperdicio del producto en todo un cultivo que quizás no lo requiera.

“La idea es manejar esta información, tanto temporal como espacial, para gestionar la variabilidad de los campos de cultivo y mejorar la eficiencia de los recursos”, dice Juan Valiente, ingeniero agrónomo en producción y profesor en la Escuela de Ingeniería y Ciencias del Tecnológico de Monterrey, Campus Querétaro. “Entonces, si una parte es más deficiente, lo ideal es hacer prescripciones a la medida de cómo abordar esa área en particular y atacar la plaga, o lo que se presente”.

Agricultura de precisión para el planeta

La aplicación más precisa de fertilizantes o productos químicos en áreas focalizadas y reducidas no solo representa un ahorro en costos para los agricultores, también reduce la pérdida de biodiversidad y beneficia el cuidado del suelo, los consumidores finales y el medio ambiente.

“Es posible mejorar los rendimientos, lo que facilita una toma de decisiones más informada gracias a la recolección de datos específicos. También hay un mayor control por el monitoreo y además no se requiere tanto esfuerzo. Eso es lo que permiten estas tecnologías”, añade Valiente en entrevista con TecScience.

Por ejemplo, el monitor de rendimiento calcula la productividad en un cultivo en el tiempo y espacio, basándose en la información de localización proporcionada por el sistema satelital GPS, que se muestra finalmente en un mapa. El mismo dispositivo es capaz de estimar la humedad y la cantidad de grano en cada sitio gracias a un sensor.

Otro problema importante que aborda la agricultura de precisión es el uso eficiente del agua. Cuanta más tecnología se emplea en los sistemas de riego de las parcelas, mayor es el aprovechamiento del agua para la producción de alimentos, de acuerdo con el Censo Agropecuario de 2022, realizado por el INEGI.

Países como México se benefician de avances

El uso de la “colección de tecnologías”, como resume rápidamente Juan Valiente a la agricultura de precisión, ha ido en aumento: tan solo los dispositivos basados en el Sistema Global de Navegación por Satélite (GNSS, por sus siglas en inglés) reportaron una tasa de adopción de entre 60% y el 80% en 2016.

Sin embargo, la aplicación de distintos métodos tecnológicos dependerá de dos factores, de acuerdo con un estudio de 2021: si los dispositivos son de “conocimiento incorporado” –es decir, que no requieren competencias adicionales para su funcionamiento, como los sistemas de guiado, control automático de secciones y monitores de rendimiento—, serán mejor recibidos por los agricultores. Aunque si las tecnologías requieren inversión en conocimientos como programas informáticos o análisis de datos, mapeo del suelo, fertilización y siembra a tasa variable, tardarán más en ser adoptadas por los productores.

En México, con 32.1 millones de hectáreas destinadas al uso agrícola, la implementación de nuevas tecnologías se ha concentrado principalmente en la aplicación localizada de fertilizantes y plaguicidas y en el uso sostenible del agua, según observa Valiente. El principal desafío que detectaron las y los productores agropecuarios ha sido el elevado costo de insumos y servicios, seguido por factores climáticos, bajas ventas y la pérdida de fertilidad del suelo, de acuerdo con el INEGI.

“México tiene niveles de eficiencia muy bajos en el uso del agua. En un país que no dispone tanto de este recurso y donde prácticamente el mayor porcentaje se destina a la agricultura, además de los escenarios de cambio climático, en los que se espera un aumento de las temperaturas y una disminución de las precipitaciones, cualquier tecnología que mejore su uso tendrá un impacto significativo”, explica Valiente.

En 2020 el consumo de agua para la agricultura representó el 67.5% del total del volumen utilizado, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua).

Entre los retos que Juan Valiente identifica respecto a los avances en la agricultura de precisión en México, se encuentra la oportunidad de especializarse como país en el manejo de tecnologías, desde el uso de drones en el campo y la implementación de Inteligencia Artificial (IA) en la agricultura, hasta el manejo de sensores y el análisis detallado de la información climatológica.

En el Campo AGRO Experimental del Tec de Monterrey (CAETEC), ubicado en Querétaro, adoptaron tecnologías de precisión, sensores de suelo, drones, satélites y softwares que monitorean distintos cultivos de granos, forrajes, vid y varios tipos de verduras que se encuentran ahí.

El futuro de la agricultura está en su regeneración

Al ahondar sobre el futuro de la agricultura y las tecnologías relacionadas, Juan Valiente se muestra entusiasmado. Habla de sus acercamientos a la agricultura regenerativa y de la maquinaria imponente que ha observado en convenciones, comparándola con naves espaciales, como si fueran salidas de Star Wars.

La agricultura regenerativa se refiere a sistemas agrícolas holísticos que, entre otros beneficios, mejoran la calidad del agua y del aire, aumentan la biodiversidad de los ecosistemas, producen alimentos ricos en nutrientes y almacenan carbono para ayudar a mitigar los efectos del cambio climático, según la definición de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

“Estábamos acostumbrados a pensar que el suelo estaba ahí y podíamos usarlo y abusarlo como quisiéramos, pero las nuevas tendencias buscan reducir ese impacto ambiental. Aunque estamos todavía incipientes, cada vez más las nuevas generaciones traen este chip”, dice Juan Valiente.

Para el académico el futuro de la agricultura es claro: debe afrontar los retos que el cambio climático impone al suelo, ser más eficiente, aprovechar las nuevas tecnologías, producir alimentos innovadores como fuentes alternativas de proteína, complementarse a la agrobiotecnología para resistir sequías o altas temperaturas e, incluso, actuar como un mecanismo de captura de carbono.


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