Mover la mano para tomar un vaso de agua parece una acción sencilla, pero detrás de esos movimientos existe una comunicación sofisticada entre nuestro cerebro, nervios y músculos. Una empresa mexicana de robótica e inteligencia artificial (IA) ha desarrollado un sistema que permite controlar prótesis avanzadas de brazos para devolverle la movilidad a personas que han perdido una o dos de estas extremidades.
Lo especial de estas prótesis es que pueden interpretar las señales eléctricas que envía el cerebro al querer hacer un movimiento y, sin necesidad de que la persona haga nada, los ejecuta con gran precisión.
Con las prótesis tradicionales, las personas deben aprender a usarlas para poder operarlas y los movimientos que hacen suelen ser poco naturales, pero en este caso, es al revés.
“Nuestro sistema hace que la máquina aprenda cómo funcionar a través del movimiento natural de una persona”, dice Alan Hernández, ingeniero en biotecnología, egresado del Tec de Monterrey, Campus Guadalajara, CEO y cofundador de BioGrip.
Mediante sensores altamente receptivos, su sistema es capaz de detectar estos remanentes eléctricos de una intención de movimiento. Después, estas señales son procesadas mediante algoritmos de aprendizaje automático.
La IA aprende a reconocer patrones individuales de contracción y relajación y los traduce en acciones como abrir o cerrar una mano robótica.
“Los movimientos de las manos son súper complejos”, dice Hernández. “Por eso casi nadie lo ha llevado a este nivel”.
Los modelos de IA son desarrollados en computadoras con gran capacidad de procesamiento y la prótesis tiene su propio procesador en su versión reducida.
Además, la tecnología no es invasiva y todos los componentes del sistema van por encima de la piel, pues sus sensores son inalámbricos.

La historia de BioGrip
En 2019, después de una larga batalla con la enfermedad de Lyme, Israel González, un ingeniero electrónico, especialista en robótica avanzada e IA, decidió fundar BioGrip para devolverle la movilidad y la esperanza a personas con alguna discapacidad.
Años antes, mientras buscaba resolver su propio diagnóstico, conoció al señor José Luis, un hombre con una amputación de los dos brazos.
El tipo de sistemas que han desarrollado busca reducir la distancia entre la intención neural y la respuesta mecánica, uno de los principales retos en el desarrollo de interfaces humano-máquina.
Su objetivo no es solo reemplazar una extremidad, sino recuperar la sensación de control y agencia, es decir, que la persona sienta que el movimiento ocurre como una extensión natural de su cuerpo.
“Tú cuando piensas en abrir y cerrar la mano, no piensas ‘voy a apretar dos veces aquí’, lo que hicimos fue todo el control natural”, explica Hernández.
Su enfoque se alinea con la tendencia global en biónica y rehabilitación de diseñar tecnologías que se adapten al cuerpo humano, en lugar de obligar al cuerpo a adaptarse a la tecnología.
Innovación tecnológica para quienes la necesitan
Más allá de la innovación tecnológica, BioGrip ha encontrado cómo hacer accesible la robótica y biónica –disciplina que combina biología y tecnología para crear sistemas y dispositivos que imitan o mejoran las funciones de los seres vivos– en contextos reales.
En América Latina, este tipo de tecnologías no son comunes ni fáciles de acceder.
Para resolver esto, la empresa usa sistemas modulares, escalables y centrados en quien los va a usar.
Un componente clave de su desarrollo es la colaboración con profesionales de la salud, como ortopedistas, fisioterapeutas y especialistas en rehabilitación, así como con personas usuarias que participan activamente en la mejora de los dispositivos
“Uno empatiza con los usuarios, creo que es nuestra virtud más grande”, dice Hernández.

El futuro de las prótesis, los trasplantes y la rehabilitación
A futuro, la empresa busca expandirse y perfeccionar su sistema de control para que pueda ser aplicado no solo a prótesis, sino también a exoesqueletos, robots de cirugía remota o robots industriales.
“Queremos hacer un dispositivo universal que en donde cualquier otro protesista pueda conectarlos y utilizar nuestro sistema”, dice Hernández.
Además, están colaborando con el grupo de cirujanos que logró, en 2015, el primer trasplante bilateral de brazos en el mundo.
La idea es que a futuro, su tecnología pueda usarse también para rehabilitar extremidades que han sido trasplantadas de una forma más sencilla y eficiente.
“Queremos que la persona diga ‘quiero empezar a mover la mano’ y la mano se mueva como si fuera una prótesis robótica, pero es una de carne y hueso”, cuenta Hernández.
En un contexto donde la tecnología médica suele desarrollarse lejos de quienes más la necesitan su proyecto no solo es innovador, sino que busca tener un impacto social.
En ese cruce entre biología y tecnología, la empresa explora una pregunta fundamental para la ciencia: qué significa, hoy, volver a mover un brazo.

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