El sobrepeso es uno de los problemas de salud pública más preocupantes en México. Cada año, son más las infancias, jóvenes y adultos que sufren esta condición. Para hacerle frente, se necesitan políticas públicas para combatir la obesidad en México.
“El problema es tan grande y complejo, que se requieren acciones contundentes por parte del gobierno”, dice Abril Campos, profesora investigadora de la Unidad de Políticas Públicas del Institute for Obesity Research (IOR) del Tec de Monterrey, en entrevista con TecScience.
De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2022, la prevalencia de esta condición en el país es de 36.9% en adultos, lo cual representa un aumento del 21.4% desde el 2006.
Gustavo Merino, profesor investigador de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública y líder de la Unidad de Políticas Públicas del IOR, dice, también en entrevista, que el problema es grave en todo el planeta.
“Está creciendo en todo el mundo, así que tenemos que encontrar mejores soluciones a nivel global”, explica.
Desde 1975, la obesidad se ha triplicado y más de mil millones de personas viven con ella en el mundo actualmente. El problema se vuelve aún más complejo por su impacto en el aumento de otras enfermedades, como la diabetes, distintos tipos de cáncer y problemas cardiovasculares.
“En el mundo ideal, quieres que las políticas públicas estén basadas en la mejor evidencia posible”, señala Merino.
Políticas públicas para combatir la obesidad en México, basada en evidencia
La evidencia científica aporta la información necesaria para entender el problema a profundidad y mostrar, por ejemplo, qué poblaciones son más vulnerables o cuáles son los mejores tratamientos.
Además, las políticas públicas deben considerar factores de la sociedad que influyen en que funcionen o no, como la percepción de la sociedad o el presupuesto disponible para crearlas. “En el mundo real, hay otros factores que considerar además la evidencia”, dice Campos.
En México, las políticas públicas que se han adoptado hasta el momento se han enfocado principalmente en influir en las decisiones que toman las personas a la hora de escoger los productos que consumen, por ejemplo con el etiquetado frontal.
Sin embargo, aunque las decisiones de las personas son parte del problema, para los investigadores es importante entender que hay otros factores a considerar.
La obesidad: un problema multifactorial
Uno de los más relevantes es el ambiente obesogénico que predomina en países en desarrollo como México. En este ambiente, los alimentos que se ofrecen a la población suelen ser ultraprocesados, altos en azúcares refinados y grasas.
También, deben considerarse factores como el ingreso promedio de las personas, que les da acceso a cierto tipo de alimentos, la falta de espacios públicos para hacer actividades físicas, o la inseguridad, que podría disuadir a las personas de salir de casa para ejercitarse.
Merino invita a pensar en una persona que trabaja todo el día en la calle, como hay millones en México, que en su mayoría no tienen acceso a alimentos asequibles y de buena calidad, además de que pasan horas en el transporte público, “¿Cómo van a tener tiempo para cocinar alimentos saludables?”, se pregunta.
Para él, la perspectiva de que el problema se debe principalmente a las decisiones que toman las personas, es una las razones por la cuáles las políticas públicas no han buscado incidir en otros factores.
“Tenemos que reconocer que ha habido mucha discriminación, muy injusta, hacia las personas con obesidad y es inaceptable”, dice el investigador.
Para Campos, además, hay que abordar con políticas públicas la producción y distribución de alimentos. “Si mañana todos quisiéramos seguir la recomendación de ingesta de pescado, ¿habría realmente suficiente para todos?”, cuestiona.
Hace algunos meses, la investigadora regresó a México después de trabajar en la Organización Mundial de la Salud (OMS) para contribuir con investigación a una visión sistémica de la obesidad que lleve a mejores políticas públicas.
México: esfuerzos importantes, pero insuficientes
En México, existen esfuerzos importantes por parte del gobierno para enfrentar el problema, con ejemplos como el impuesto a bebidas azucaradas y el etiquetado frontal. De acuerdo con Campos, este último es uno de los mejores ejemplos de cómo la evidencia científica sí puede ser la base de políticas públicas efectivas.
En 2019, después de años de trabajo por parte de investigadores nacionales e internacionales, así como del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y organizaciones internacionales, como Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), se adoptó un etiquetado frontal claro en los productos comerciales.
De acuerdo con la investigadora, esta busca dos cosas: un cambio en los patrones de compra por parte de la población y reformulación de productos por parte de la industria.
Hasta ahora, los resultados intermedios son prometedores; las personas reportan entender el etiquetado frontal y considerarlo a la hora de decidir qué comprar. Sin embargo, faltan años para saber si realmente han cambiado estos patrones y si las industrias reformularon sus productos.
Para ambos investigadores, a pesar de que han habido buenos esfuerzos, lo que se ha hecho no es suficiente; el problema sigue creciendo.
“Necesitamos entender mejor la obesidad y replantear una estrategia nacional contra ella”, expresa Merino.
El futuro en políticas públicas contra la obesidad
Mirando hacia el futuro, Campos explica que ya se están impulsando otras acciones para atacar la obesidad. Una son los desayunos escolares, en donde se busca que en las aulas se garanticen que −al menos− esa comida sea saludable y nutritiva para las infancias, quienes comen cada vez menos frutas y verduras.
Esta, además, es una oportunidad para que el gobierno busque que quienes abastezcan a las escuelas sean productores locales, reactivando así la economía nacional.
También, se ha buscado implementar guías alimentarias para explicar a las personas qué constituye una dieta saludable. En Estados Unidos, se está explorando la opción de que los médicos receten comida saludable, como frutas, verduras, granos enteros y proteínas con poca grasa.
En el Institute for Obesity Research ya están en marcha diversos proyectos para entender mejor el problema y proponer políticas públicas eficientes. “El tema es grande y creo que podemos contribuir mucho, además colaborando con las otras unidades del Instituto”, dice Merino esperanzado.
Campos, además invita a la población a movilizarse y exigir a las autoridades que se garantice su derecho a la salud y a darle seguimiento a las políticas públicas para que realmente se implementen.
“Cada quien debemos jugar nuestro rol y jugarlo bien, los investigadores haciendo buena investigación, los tomadores de decisiones haciendo buenas políticas públicas y la ciudadanía dándoles seguimiento”, dice. Solo así, veremos realmente una disminución en la obesidad.