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Conceptos básicos para entender la obesidad

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Una mirada al tejido adiposo, o grasa corporal que, cuando se presenta en exceso representa que la persona tiene obesidad, de acuerdo con la más reciente definición. (Imagen: Getty Images).

Durante décadas, la obesidad se definió principalmente a través del Índice de Masa Corporal (IMC), una medida que relaciona el peso con la estatura. Sin embargo, análisis recientes han demostrado que esta herramienta es insuficiente para diagnosticar con precisión la obesidad como enfermedad, al ser una afección muy compleja que interactúa con factores genéticos, metabólicos y ambientales que influyen en la obesidad.

La obesidad es una condición caracterizada por un exceso de adiposidad (medida que calcula la grasa corporal), con o sin distribución o función anormal del tejido adiposo, y con causas multifactoriales, de acuerdo con la definición realizada por un equipo de más de 50 doctores y científicos en el reporte más reciente publicado el 14 de enero de 2025 en la revista médica británica The Lancet Diabetes and Endocrinology.

“Es importante entender que no todos los individuos con obesidad están enfermos, existen dos grandes grupos de pacientes, en los cuáles hay personas obesas metabólicamente saludables y personas obesas metabólicamente no saludables”, señaló anteriormente para TecScience, David Kershenobich, médico e investigador egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), actualmente Secretario de Salud de México.

La diferencia entre obesidad clínica y preclínica

La obesidad en la mayoría de los casos es una enfermedad multifactorial que se debe a un entorno obesogénico, factores psicosociales y variantes genéticas. El entorno obesogénico, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) exacerba la probabilidad de la obesidad en individuos, poblaciones y en diferentes entornos está relacionado con factores estructurales que limitan la disponibilidad de alimentos saludables, complicaciones sociales para realizar actividad física y la ausencia de factores reglamentarios adecuados.

Sin embargo, la obesidad clínica es definida por los autores del reporte en The Lancet como una enfermedad crónica y sistémica caracterizada por alteraciones en la función de tejidos, órganos, el organismo en su totalidad o una combinación de estos, debido al exceso de adiposidad.

La obesidad clínica puede provocar un daño grave en órganos vitales, causando complicaciones que alteran la vida e incluso ponen en riesgo la supervivencia (por ejemplo, infarto, accidente cerebrovascular e insuficiencia renal).

Por otra parte está la obesidad preclínica como un estado de exceso de adiposidad con función preservada de otros tejidos y órganos, y con un riesgo variable, pero generalmente elevado, de desarrollar obesidad clínica y otras enfermedades no transmisibles (por ejemplo, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y trastornos mentales).

Si bien el riesgo de mortalidad y enfermedades asociadas a la obesidad puede aumentar progresivamente con la acumulación de masa grasa, se diferencia la obesidad preclínica y obesidad clínica (es decir, saludable vs enfermedad) con fines clínicos y de formulación de políticas.

Siguientes pasos para un diagnóstico clínico

Se recomienda que las personas con un estado confirmado de obesidad (es decir, exceso de adiposidad con o sin función anormal de órganos o tejidos) sean evaluadas para determinar si presentan obesidad clínica.

El diagnóstico de obesidad clínica requiere uno o ambos de los siguientes criterios principales, como se señala en The Lancet: evidencia de disminución en la función de órganos o tejidos debido a la obesidad (es decir, signos, síntomas o pruebas diagnósticas que indiquen anomalías en la función de uno o más sistemas de tejidos u órganos); o limitaciones sustanciales, ajustadas por edad, en las actividades diarias que reflejen el impacto específico de la obesidad en la movilidad u otras actividades básicas de la vida diaria (por ejemplo, bañarse, vestirse, usar el sanitario, controlar la continencia y alimentarse).

¿Qué es el Índice de Masa Corporal?

El Índice de Masa Corporal fue una propuesta realizada por el matemático belga Lambert Adolphe Quetelet en 1832 que divide el peso de una persona por el cuadrado de la estatura y a partir de entonces, según ciertas comparaciones, se determinaba si una persona era obesa o no.

Previamente se medía únicamente el índice de masa corporal (IMC) con el fin de determinar si una persona tenía obesidad o no, sin embargo, con el reporte actualizado ahora la definición se centra más bien en cómo el exceso de grasa corporal, la adiposidad, afecta al organismo.

Desde años recientes, investigadores han probado que la medición del IMC ha sido deficiente para determinar la enfermedad clínica.

Por ejemplo, para las personas de ascendencia europea, la obesidad se define típicamente con un IMC de 30 o más, lo que se asocia con un alto nivel de grasa corporal. No obstante, un atleta con mucha masa muscular podría ser clasificado como obeso según el IMC, mientras que alguien con un IMC “normal” podría tener un exceso de grasa que aumente su riesgo de padecer problemas de salud serios, indicó Francesco Rubino, cirujano bariátrico del King’s College de Londres a la revista Nature tras la nueva definición propuesta del equipo que él dirigió.

Sin embargo, al ser una herramienta valiosa, los autores del reporte de 2025 prevén utilizar el IMC únicamente como una medida indirecta del riesgo para la salud a nivel poblacional, en estudios epidemiológicos o con fines de detección, y no como un indicador individual de salud.

El exceso de adiposidad debe confirmarse mediante medición directa de la grasa corporal cuando esté disponible, o mediante al menos un criterio antropométrico (por ejemplo, perímetro de cintura, relación cintura-cadera o relación cintura-estatura), además del IMC, utilizando métodos validados y puntos de corte apropiados según la edad, el género y la etnicidad.

En personas con IMC muy alto (es decir, >40 kg/m²), sin embargo, el exceso de adiposidad puede asumirse de manera pragmática sin necesidad de una confirmación adicional.

¿Qué pasa si me diagnostican obesidad clínica o preclínica?

En México, el 36.9% de personas adultas vive con esa condición, y en 2030 podría llegar a 45%, de acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) de acuerdo con un reporte en 2024. Mientras que, el 36.5% de niñas y niños en edad escolar y el 40.4% en adolescentes tienen sobrepeso y obesidad, según la UNICEF.

Las personas con obesidad clínica deben recibir tratamiento oportuno y basado en evidencia, con el objetivo de mejorar (o remitir, cuando sea posible) las manifestaciones clínicas de la obesidad y prevenir la progresión del daño en órganos vitales.

Aquellas con obesidad preclínica deben recibir asesoramiento en salud basado en evidencia, monitoreo de su estado de salud a lo largo del tiempo y, cuando sea aplicable, intervenciones apropiadas para reducir el riesgo de desarrollar obesidad clínica y otras enfermedades relacionadas con la obesidad, según el nivel de riesgo individual.

A pesar de que se estima que la mitad de la población tiene esta condición, únicamente el 1% recibe un tratamiento apropiado, diseñado específicamente para cada paciente y no −exclusivamente− para mejorar los síntomas y comorbilidades, señaló en 2024 Carolina Solis-Herrera, la jefa de la División de Endocrinología en la Universidad de Texas.

Mitos y estigmas sobre la obesidad

No solo es tener un peso elevado: el sobrepeso es únicamente una afección caracterizada por una acumulación excesiva de grasa, pero no necesariamente ni automáticamente adquiere el diagnóstico de obesidad como enfermedad crónica, sin embargo también está relacionado con aumento de riesgo de diversas afecciones como diabetes tipo 2 o cardiopatías, entre otras.

Por otro lado el sesgo y el estigma relacionados con el peso o el aspecto físico son obstáculos importantes en los esfuerzos por prevenir y tratar la obesidad de manera efectiva; por ello, los profesionales de la salud y los responsables de políticas deben recibir formación adecuada para abordar esta problemática, señaló The Lancet.

No solo es salir a correr para perder peso: La obesidad clínica es un problema de salud pública, en tanto que los responsables de políticas y las autoridades sanitarias deben garantizar un acceso adecuado y equitativo a los tratamientos basados en evidencia disponibles para las personas con obesidad clínica, tal como se esperaría para cualquier enfermedad crónica y potencialmente mortal, a diferencia de la idea generalizada que se tiene sobre que recaiga solamente en soluciones individuales.

No solo es comer ensalada y ligero: Aunque muchos piensan que la obesidad se debe a factores relacionados con la nutrición, en realidad es un problema multifactorial que involucra aspectos como predisposiciones genéticas, enfermedades mentales, aspectos socioeconómicos, la falta de acceso a alimentos saludables, un ambiente obesogénico y políticas públicas, de acuerdo con Marco Rito, director del IOR en el Congreso Internacional de Investigación sobre Obesidad.

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