Ver a una mujer en espacios estereotípicamente ocupados por hombres es suficiente motivación para muchas niñas y jóvenes que desean tener una carrera en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés).
Dentro de las STEM, ONU Mujeres reconoce que las áreas educativas más dominadas por los hombres son las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) y las ingenierías, cuya matriculación de mujeres es menor al 30%; un paso lento si se considera que las mujeres ocupan menos del 25% de los puestos en áreas vinculadas como la Inteligencia Artificial.
Las investigadoras de la Escuela de Ingeniería y Ciencias del Tec de Monterrey, Marilena Antunes (Investigadora en la Unidad de Alimentos Saludables en el Instituto de Investigación sobre Obesidad IOR), Mariana Franco (Investigadora Postdoctoral con Orientación en Producción de microalgas), Karla Mayolo-Deloisa (Profesora-Investigadora en la Unidad de Bioingeniería y Dispositivos Médicos del IOR), Anayansi Escalante (Profesora-Investigadora) y Mirna A. González (profesora-investigadora en la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud) abren el diálogo sobre su acercamiento a carreras tecnológicas, sus consejos para las nuevas generaciones y la importancia de forjar redes entre mujeres en estas disciplinas
“Ver a generaciones de mujeres que están entrando al área es muy inspirador. Retomando las palabras de una alumna: el poder ver que una mujer ya lo hizo y está trabajando en el puesto que a mí me gustaría, es motivación, porque ya una sabe que es posible hacerlo”, compartió Mirna.
Curiosidad, experimentación y apoyo en la familia
Contar con un sentido de curiosidad persistente desde niñas fue un elemento vital para acercarse a lo que eventualmente sería su disciplina de estudio, así como el apoyo por parte de su familia cercana, dijeron las investigadoras.
En el caso de Karla, el camino siempre estuvo orientado hacia una carrera en la ciencia y tecnología. Recuerda ver los matraces, los tubos de ensayo y decidir a partir de ese pequeño acercamiento que sus sueños estaban en los laboratorios tecnológicos.
“Cuando pienso en lo que me inspiró a ser una mujer en el área de ciencia y tecnología, recuerdo mi prepa, cuando empezamos a entrar a los laboratorios y me encantaban. También me inspiraba ver a una profesora que trabajaba mucho ahí”, narró Marilena.
Mirna y Anayansi destacan que, en conjunto con la curiosidad, tener familiares involucrados en ciencias las alentaron a perseguir esta ocupación en lugar de rechazarlas.
“Algo que me marcó mucho de niña fueron las ferias de ciencia, los típicos experimentos de focos o volcanes en erupción. Recuerdo que un tío me llevó a su laboratorio a experimentar con distintas muestras de cultivos para mi proyecto y desde ahí no paré”, dijo Mirna.
Se estima que nueve de cada 10 niñas de entre seis y ocho años asocia la ingeniería con habilidades masculinas, sin embargo, las investigadoras reconocen la importancia de haber tenido a otras mujeres como influencia para sus carreras.
“Mi mamá me inspiró muchísimo e inicié como el resto de mi familia en el área de la salud, como nutricionista. Más adelante me di cuenta que, si iba a hacer lo mismo los siguientes 30 años de mi vida, sería una ingeniería en alimentos”, recordó Anayansi.
Balance de vida personal y profesional
Pese al avance en mayor inclusión de niñas y mujeres en las áreas de ciencia e investigación, tanto Antunes como Mayolo-Deloisa reflexionan sobre la persistencia de juicios sobre decisiones de vida y si van a afectar su carrera.
Al respecto, cuestionan si el diálogo que hace falta debe versar más bien en cómo apoyarse para lograr una balanza personal y profesional más equitativa.
“Nos hace falta todavía trabajar en nuestros sesgos internos, por ejemplo: no juzgar a las niñas ni a las mujeres por su carácter, por sus sueños o sus planes de vida, ya que estos no las hacen menos capaces”, afirmó Mayolo-Deloisa.
“Desafortunadamente todavía es común que a una mujer la limiten por si se casa o si tiene hijos. Eso a veces limita a las mismas jóvenes a adentrarse a estos caminos porque creen que va a ser imposible balancear todo”, agregó Antunes.
Franco se mostró agradecida por la oportunidad que ha tenido de trabajar con otras mujeres, sobre todo en el sector de Ingeniería Ambiental.
“Por azares del destino hasta hace recientemente he colaborado con más mujeres y es un entorno tan bonito que no puedo describir con otra palabra más que amor. Me siento acompañada, que no estoy sola y que pertenezco”.
Al respecto, recalcó la importancia de generar redes para cuidarse entre sí y apoyarse entre ellas al considerar lo complicado que puede tornarse el ambiente.
De una generación a otra, consejos para futuras niñas STEM
A través de la mentoría y sus mismas trayectorias, las investigadoras han sido capaces de conectar con jóvenes y niñas que apenas muestran interés por el campo de la ciencia y la tecnología, brindándoles su guía a partir de la experiencia.
“Es un camino lleno de retos, sí, pero si es tu pasión, el mensaje es sencillo: no tengas miedo y, aunque tengas miedo, hazlo con miedo, pero hazlo”, alentó Mirna.
González también se dirigió a sus colegas con una trayectoria más avanzada al decir que es imperativo seguir abriendo el paso para que las futuras generaciones no se enfrenten a los mismos retos que ellas vivieron, sino a nuevos desafíos en sus áreas.
Extender la mano a otras y fungir como una figura de impulso por sobre quien pone “trabas” en el camino: ese es el punto común entre todas las investigadoras que, aún con los retos en el trayecto empujan a las niñas y mujeres a construir carreras STEM y áreas en las TIC.
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