Barreras regulatorias, brechas de infraestructura, falta de vinculación y obstáculos culturales pueden ser grandes desafíos que complican el desarrollo de emprendimientos de salud en México, coincidieron académicos, emprendedores e inversionistas durante una sesión a cargo del Venture Café Monterrey como parte de la agenda del The Next Decade – Horizontes en Salud.
En el evento organizado por el Tec de Monterrey, en el Distrito de Innovación Tlalpan, los actores del ecosistema emprendedor compartieron sus experiencias y los obstáculos que han identificado cuando se busca posicionar un desarrollo de startup en salud en el mercado nacional.
La posible desconexión entre la ciencia y la aplicación real
Tatiana Fiordelisio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y fundadora y CTO de BioWit, empresa que ofrece una plataforma de diagnóstico a nivel molecular del virus del papiloma humano y prevención el cáncer cervicouterino, habló sobre los desafíos que ha observado desde su perspectiva como académica.
Señaló que hay una desconexión entre la ciencia y la aplicación real, ya que muchas veces las ideas académicas no siempre responden a problemas concretos y nacen proyectos dentro de los laboratorios sin un propósito claro que vaya más allá del interés teórico. “Estamos metidos en la universidad, teniendo ideas geniales, pero si queremos que se conviertan en innovación, tienen que resolver algo”.
En ese sentido mencionó que hay que cambiar el modelo en el que, desde la perspectiva académica, se cree que desarrollar una patente es suficiente y que ‘alguien más’ se encargará de convertirla en producto. También comentó que hay una resistencia cultural entre los académicos que puede llegar a limitar la transferencia tecnológica; se trata de la idea de que colaborar con la industria es hacer “ciencia barata” y que, si lo hacen, los investigadores se estarían vendiendo.
Dijo que uno de los grandes obstáculos estructurales a los que se enfrentan los emprendimientos, cuando la investigación ya se convirtió en un producto —pero no uno que sea aún viable en el mercado— es el conocido “valle de la muerte”, una etapa en la que los proyectos requieren más que solo fondos, también decisión, aprendizaje, adaptación y resiliencia.
Fiordelisio comentó que para tener éxito es necesario tener una visión más integral del ecosistema de innovación, donde investigadores, inversionistas, emprendedores, gobierno e instituciones regulatorias deben colaborar para crear soluciones a problemas reales. “El verdadero valor de la innovación no es encontrar el hilo negro, sino resolver problemas”.
Obstáculos para la implementación tecnológica en salud
Cristina Campero, fundadora y CEO de la healthtech Prosperia, compartió algunas de las trabas que enfrentó durante el desarrollo de retinIA, una plataforma de Inteligencia Artificial (IA) diseñada para la detección temprana de ceguera. Una de ellas fue el vacío regulatorio al lanzar la herramienta, pues Cofepris no tenía lineamientos para validar tecnologías basadas en IA.
Para hallar una solución, su equipo se apegó a estándares internacionales en cuanto a la validación científica y trazabilidad técnica. “Tuvimos que generar confianza en nuestros clientes y en los pacientes, sin tener un camino oficial claro”.
Por otro lado, tuvieron que definir el rol ético de la IA en los procesos médicos, es decir, para implementarla como una herramienta de apoyo a los médicos en los procesos de diagnóstico, pero no para reemplazarlos. Así permiten continuar con un acompañamiento clínico y un diagnóstico a cargo de los expertos humanos.
La baja cultura de salud preventiva en la población fue un desafío más para retinIA, pues dijo que cuando realizaron los primeros pilotos con pacientes, detectaron que había muchas personas que preferían no saber si tenían un problema. Ante ese panorama, cambiaron la estrategia y buscaron posicionar su solución en espacios —como clínicas y consultorios— a los que los pacientes ya acudían por su propia voluntad.
Como se trata de un proyecto con potencial para generar un impacto social, el equipo también tuvo que lidiar con un dilema: ¿operar como una organización sin fines de lucro o enfocarse en la rentabilidad? Optaron por convertir su propuesta en un negocio y buscar aliados que compartan su misión, tanto entre inversionistas como entre los propios clientes. “Estoy convencida de que no tienen que estar peleadas estas dos cosas: rentabilidad e impacto. En México tenemos muchísimos problemas de salud y muchas oportunidades de resolverlos con tecnología”.
Los retos desde la perspectiva del inversionista
Pedro López, inversionista y managing partner en FrissOn Capital, dijo que muchos de los proyectos, pese a que tengan potencial, no alcanzan el éxito, y no es por falta de valor científico, sino porque quienes los lideran desconocen el mercado y los procesos para emprender.
Por ejemplo, mencionó que innovar consiste en la creación de algo nuevo, sin embargo, eso no garantiza que vaya a solucionar un problema o que vaya a tener éxito en el mercado. Para que una idea alcance su objetivo, se debe convertir en un producto que pueda impactar en una problemática real y por el que las personas o las instituciones estén dispuestas a pagar.
En cuanto a los procesos para emprender, dijo que hay un desconocimiento de la ruta a seguir, pues quienes inician un proyecto, muchas veces no saben si las patentes les pertenecen o cómo encontrar financiamiento. Para avanzar se requiere de un proceso estructurado, primero acceder a fondos públicos o institucionales, luego invertir capital propio, después tener el apoyo de inversionistas ángeles, y finalmente fondos de capital.
En ese sentido, también percibe una falta de claridad sobre el tipo de empresa que se está desarrollando. Por ejemplo, López comentó que no es lo mismo crear una PyME que una startup, debido a que cada una tiene estructuras legales, alternativas de financiamiento y expectativas distintas. Además, cuando se trata de una empresa en salud, levantar capital puede tomar el doble de tiempo porque los inversionistas esperan a ver que alguien más ya haya apostado por el proyecto.
El inversionista recordó que desarrollar una innovación, no siempre puede representar una ventaja. “Ser el primero en llegar al mercado no necesariamente significa que vas a tener éxito, porque si estás enfocado en un modelo con corporativos, es probable que ese tipo de clientes no estén dispuestos a asumir el riesgo de un producto tan nuevo como el tuyo”.
López señaló que la curva para las empresas en salud dura mucho más que para las de otro tipo, entonces recomienda que se sigan etapas, se valide cada avance y haya paciencia hasta lograr sus objetivos.
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