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“Para innovar y emprender, hace falta ser un poco irracional”: Riccardo Viale

El investigador italiano y fundador de la Triple Helix Association explica cómo los sesgos cognitivos y la racionalidad limitada pueden impulsar la innovación y el emprendimiento.
Riccardo Viale
Riccardo Viale durante su participación en la conferencia de la Triple Helix Association en el Tec de Monterrey. (Foto: Alejandro Salazar / TecScience)

Atreverse a innovar y emprender puede requerir una dosis de irracionalidad. Así lo plantea el investigador italiano Riccardo Viale, experto en ciencias del comportamiento.

En entrevista con TecScience durante la Triple Helix Conference Monterrey 2025, el investigador italiano explica que algunos sesgos cognitivos, como la sobreconfianza o el hiperoptimismo, lejos de ser errores, pueden impulsar a las personas a emprender, tomar decisiones en la incertidumbre y asumir riesgos.

“Desde una perspectiva conductual, el comportamiento que permite a alguien pensar en convertirse en emprendedor, más que racional, debería ser irracional”, dice Viale. “Si uno razona de manera racional sobre las posibilidades de éxito al emprender, nadie asumiría ese riesgo, porque el porcentaje de empresas que lo consiguen es muy bajo”. Por eso, considera esencial que los jóvenes desarrollen una dosis de hiperoptimismo, una sobreconfianza en sus capacidades y la ilusión de control sobre los resultados. Esos sesgos pueden convertirse en el combustible psicológico que impulsa a emprender.

Viale señala que las universidades no solo deben transmitir conocimientos técnicos, sino también trabajar en la mentalidad emprendedora de sus estudiantes. Propone aplicar herramientas de las ciencias del comportamiento para fortalecer su confianza, ayudarlos a superar el miedo al fracaso, aumentar su tolerancia al riesgo y desarrollar la determinación para enfrentar contextos desafiantes.

Riccardo Viale propone que las universidades impulsen una mentalidad emprendedora en sus estudiantes aplicando herramientas de las ciencias del comportamiento. (Foto: Alejandro Salazar / TecScience)

De la racionalidad limitada al impulso para innovar

Propone, además, cultivar una «racionalidad limitada» funcional: una manera de pensar que, aunque no sea completamente lógica, impulse a la acción. Este concepto es uno de los pilares de las ciencias del comportamiento, un campo interdisciplinario que estudia cómo las personas piensan, deciden y actúan influenciadas por sus emociones y sesgos. Es también el ámbito en el que Viale ha trabajado durante décadas.

Su interés por este enfoque comenzó durante su formación en medicina y su especialización en psiquiatría en la Universidad de Turín, donde realizó una tesis sobre el pensamiento esquizofrénico y los mecanismos lógicos detrás de esta condición. Más tarde, en su doctorado en la Universidad de Oxford, investigó los errores cognitivos, los sesgos y el razonamiento en personas sin patologías, comparando sus hallazgos con los estudios previos sobre pacientes psiquiátricos. Descubrió entonces que las diferencias entre ambos tipos de razonamiento no eran tan grandes como se pensaba, y esa cercanía fue lo que lo cautivó definitivamente.

Con el tiempo, trasladó ese enfoque al campo de la economía y las ciencias sociales para entender cómo las personas toman decisiones en la vida real. Retomó las ideas de Herbert Simon, Premio Nobel de Economía y considerado el padre de la inteligencia artificial, quien introdujo el concepto de «racionalidad limitada». A diferencia de la teoría económica clásica, que asume que los individuos toman decisiones perfectamente racionales, este enfoque reconoce que actuamos bajo presión, con información incompleta y sesgos inevitables que influyen en nuestro juicio.

“La racionalidad limitada se basa en sesgos y distorsiones; pero en este caso, al emprender, pueden ser funcionales. Sin ellos no se tiene la voluntad ni la motivación para avanzar”, dice el académico.

Nudges y ecosistemas de innovación

En ese sentido, un concepto que complementa a la racionalidad limitada son los nudges o empujones conductuales, que son pequeñas intervenciones en el entorno de decisión que sirven para orientar su comportamiento sin imponerlo. Viale dice que estas herramientas permiten crear arquitecturas de elección, es decir, entornos que influyen en cómo decidimos. Pueden ir desde políticas públicas hasta espacios físicos —como los ecosistemas de innovación— diseñados para apoyar ciertos comportamientos y orientar decisiones.

Por ejemplo, hay arquitecturas físicas de interfaz entre estudiantes y empresas, como Silicon Valley, uno de los casos donde se puede interactuar y conectar con inversores. En el Tec hay casos como el Distrito de Innovación Monterrey y el Distrito Tlalpan que actúan como nudges para fomentar interacciones y diálogos de los que pueden surgir nuevas oportunidades de emprendimiento. 

“Otro tipo de nudge es el uso de normas sociales descriptivas, como contar historias de éxito de jóvenes que se convirtieron en emprendedores. Esa narrativa puede motivar a otros a imitarlos. También se puede reforzar la reputación de quienes lo lograron, para que sirvan de modelo. Hay muchas herramientas conductuales que pueden implementarse para facilitar la creación de nuevos emprendimientos”, agrega Viale.

La Triple Hélice Conductual

Estas herramientas también pueden aplicarse en la manera en que colaboran los distintos actores que conforman los ecosistemas de innovación, como universidades, industrias y gobiernos.

Viale es fundador y secretario general de la Triple Helix Association, una organización internacional que promueve la colaboración entre estos sectores para impulsar la innovación y fue responsable de organizar la conferencia en el Tec. Desde su cargo, propone una evolución del modelo clásico conocido como Triple Hélice, el cual integra un enfoque conductual que considera cómo los sesgos, las emociones y las percepciones influyen en la manera en que estos actores interactúan.

“Introduje lo que llamo la Triple Hélice Conductual”, explica. “Se trata de comprender cómo apoyar una mejor colaboración entre estudiantes universitarios —o recién egresados— y los inversionistas, y cómo los gobiernos pueden fortalecer ese enfoque. Desde las ciencias del comportamiento, debemos trabajar en la mentalidad de los estudiantes desde su formación en la universidad para que sean posibles emprendedores, mientras que el gobierno debe permitir la creación de interfaces reales entre universidad y empresa. En este sentido, podemos hablar de proyectos conductuales”.

Políticas públicas y cultura emprendedora

El experto señala que los gobiernos deben crear mecanismos y herramientas de incentivo para desarrollar arquitecturas de elección que fortalezcan la colaboración entre universidades y empresas. Desde ese enfoque, es importante que los responsables de diseñar políticas comprendan cómo mejorar esa interacción y crear incentivos no solo económicos, sino simbólicos, que la respalden. Mientras, en las instituciones de educación superior, políticas universitarias para facilitar la inclusión de inversores y empresarios dentro de sus ecosistemas para crear nuevos emprendimientos.

Viale señala que, para mejorar la colaboración entre los actores de la Triple Hélice, hay que encaminar la investigación hacia entender los factores contextuales y las variables culturales que facilitan la creación de nuevas empresas en determinados territorios. No existen recetas universales para innovar, dice, cada región tiene sus propias condiciones, tradiciones y áreas de especialización. Por ejemplo, en México, con una extensa tradición en actividades agrícolas, el potencial innovador podría estar en introducir nuevas tecnologías en ese sector y promover la transferencia de conocimiento desde los laboratorios hacia las empresas.

De la ciencia cognitiva a la neurociencia

Además de su trayectoria como académico y en la Triple Helix Association, Viale es fundador de la Herbert Simon Society para promover el desarrollo de este campo, desde la inteligencia artificial hasta la ciencia cognitiva, la teoría de la gestión y organización, y la psicología cognitiva. En su país natal creó el Italy Behavioral Insight Team, que promueve el uso de herramientas conductuales en el gobierno para mejorar el rendimiento de la administración pública, y también la Fundación COTEC con sedes en Italia, España y Portugal, que presiden los jefes de Estado y promueve la innovación.

“El futuro de las ciencias del comportamiento es conectarlas cada vez más con la neurociencia y con la ciencia del cuerpo. Porque el nuevo enfoque, cada vez más relevante, es el de la cognición encarnada, que muestra que decidimos y resolvemos problemas no solo con la mente, sino con el cuerpo entero en relación con el entorno”.

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Autor

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