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El ADN mitocondrial y su relación con la obesidad

En el Institute for Obesity Resarch buscan añadir un marcador a las herramientas que tenemos para saber si un paciente tiene daño metabólico.
Ilustración de la doble hélice del ADN
"Lo que hacemos es siempre para mantener o mejorar la calidad de vida de los individuos", explica la investigadora Noemí García. (Foto: Getty Images)

Para saber si una persona con obesidad tiene algún daño en el metabolismo, actualmente, existen herramientas de diagnóstico que permiten saberlo, sin embargo, en ocasiones el daño puede estar enmascarado.

“Existe la posibilidad de que un paciente con obesidad salga bien en sus exámenes de triglicéridos y glucosa en sangre, pero, en realidad, sí tenga un daño metabólico”, dice Noemí García, profesora investigadora de la Unidad de Medicina Experimental y Terapias Avanzadas del Institute for Obesity Research, en entrevista con TecScience.

Actualmente, una de sus líneas de investigación, que aún se encuentra en etapas preclínicas, se ha enfocado en añadir un nuevo marcador a las herramientas que tienen los médicos para evaluar si existe un daño en personas con esta condición: el ADN mitocondrial circulante.

La investigadora ha dedicado gran parte de su trabajo a entender a profundidad a las mitocondrias.

Ve aquí la conferencia completa

ADN mitocondrial ¿qué lo afecta?

Las mitocondrias son los organelos de nuestras células que generan gran parte de la energía que necesitan para llevar a cabo sus funciones. “Digamos que es el motor celular”, explica García.

Por su origen evolutivo, estos organelos cuentan con su propio material genético, el cual es sensible al estrés. Si, por ejemplo, nuestro cuerpo recibe constantemente demasiados lípidos o glucosa porque comemos grasa, azúcares refinadas o carbohidratos en exceso, su ADN puede verse dañado.

Este estrés constante en nuestras células −eventualmente− puede llevar a daños en órganos como el hígado o el páncreas.

Así como sacamos la basura para evitar la suciedad, cuando está dañado, la mitocondria puede expulsarlo como mecanismo de protección. “Este termina circulando en nuestra sangre y, de ahí, el término de ADN mitocondrial circulante”, explica García.

En estudios preclínicos y de pacientes, la investigadora y su grupo han encontrado que, si este ADN circulante está dañado, nuestro sistema inmune lo detecta como un agente peligroso y se pueden activar procesos de inflamación.

Esto puede ser observado en pacientes con obesidad, con diabetes tipo dos o síndrome metabólico. Este último es, en realidad, un conjunto de trastornos donde el metabolismo está dañado, con una presión arterial elevada, azúcar en sangre elevada y niveles altos de colesterol.

El daño mitocondrial está altamente asociado con padecimientos como la diabetes y la obesidad”, explica la investigadora.

La propuesta de una nueva herramienta de pronóstico

Afortunadamente, si este daño es detectado a tiempo, puede ser revertido con ajustes en la dieta y el estilo de vida. “La intención es hacer un diagnóstico muy temprano, para recomendar medidas de prevención y evitar que el daño se siga propagando”, dice García.

Su propuesta es encontrar este ADN mitocondrial circulante y, mediante técnicas como el PCR (reacción en cadena de la polimerasa), distinguir si está dañado o no. La investigadora explica que −en ocasiones− la mitocondria también puede expulsar material genético que esté completamente sano.

Con sus herramientas moleculares, no solo pueden detectar si este ADN está dañado, si no también qué tan dañado está. Si este material tiene algún daño, a pesar de que no haya un aumento en glucosa o triglicéridos en sangre, se pueden tomar acciones para prevenir que se llegue a eso.

Lo bueno de medirlo de esta forma, es que no se necesita más que la misma sangre que les extraen a las personas en exámenes de rutina. “Es una detección de daño económica y rápida que se puede hacer cualquier persona”, cuenta la investigadora.

Para ella, es importante recalcar que, con estas herramientas, se busca ayudar a las personas que ya asistieron a alguna clínica, porque les preocupa tener algún daño asociado a su estilo de vida, pero, de ninguna manera, busca estigmatizar o discriminar a personas con sobrepeso. La herramienta podrá ser utilizada por cualquier persona que busque conocer la salud de su cuerpo. 

Para García, la idea es ir refinando y profundizando su conocimiento, hasta tener una herramienta de diagnóstico temprano y eficiente. “Lo que hacemos es siempre para mantener o mejorar la calidad de vida de los individuos”, concluye.

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Autor

Inés Gutiérrez Jaber