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A México le falta educación sexual integral

En el país, son pocas las escuelas que cuentan con programas de educación sexual adecuados para jóvenes e infancias.
imagen de un ovulo
Imagen de un óvulo humano, representado en computadora. (Foto: Getty Images)

La educación sexual en México aún es insuficiente. Son pocas las escuelas que incluyen programas integrales que abarquen los aspectos físicos, psicológicos, emocionales, sociales, conductuales y cognitivos de la sexualidad humana.

De acuerdo con Karla Urriola, miembro de la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología (FEMESS) y líder nacional de la Oficina de Género y Comunidad Segura del Tec de Monterrey, las principales razones detrás de esto son el tabú y la falta de una estructura social adecuada que la sustente.

“En nuestro país mucho de lo que ha acontecido alrededor de la educación sexual se debe a que todavía vemos la sexualidad desde una mirada reproductiva, heteronormada y de tabú”, explica en entrevista con TecScience.

Para la experta, una de las raíces de esto es la influencia de la ideología judeocristiana que ha ocasionado que exista una gran vergüenza y desconocimiento alrededor de la sexualidad. “Se ha llenado de mitos y de castigos y se ha visto de una sola manera”, dice.

Esta falta es uno de los motivos por los cuáles, a nivel mundial, somos el primer país en embarazos adolescentes y en abuso sexual infantil.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), alrededor del mundo, solo el 34% de los jóvenes tienen conocimientos suficientes sobre la prevención y transmisión del VIH, dos de cada tres niñas no tienen idea de lo que les pasaba cuando tuvieron su primera menstruación.

La educación sexual integral

Durante décadas, cientos de estudios han demostrado que una educación sexual integral es fundamental para la salud y el bienestar de la juventud. Esta no solo reduce los embarazos no deseados y el impacto de las enfermedades de transmisión sexual, también previene la violencia de pareja, así como la violencia y el abuso sexual en todas las edades.

Además, aumenta la apreciación de la diversidad sexual y propicia el desarrollo de relaciones sexoafectivas saludables.

De acuerdo con Urriola, los jóvenes que tuvieron una educación sexual adecuada toman decisiones informadas sin dañar a otros, lo cual hace que vivan una vida más feliz en general.

“Son jóvenes que conocen sus derechos sexuales, que son más críticos y que a la hora de decidir tener actividad sexual lo hacen con información e inteligencia emocional y sexual”, explica.

¿Desde qué edad debe enseñarse?

La edad a la que debe iniciarse la educación sexual escolarizada ha sido debatida durante años. La mayoría de los expertos, incluyendo a Urriola, concuerdan en que debería de comenzar desde preescolar, con niveles de información apropiados para cada edad.

Sin embargo, los padres de familia y las sociedades se han opuesto a hablar sobre sexualidad con las infancias por una preocupación no fundamentada de que podría incitarles a tener actividades sexuales antes de tiempo o promover la promiscuidad.

“No hay ningún fundamento para eso”, expresa Urriola.

En una revisión de programas de educación sexual realizada por la UNESCO, descubrieron que ninguno de estos llevaba a una actividad sexual más temprana. De hecho, encontraron que estos pueden retrasar su inicio hasta un año.

Independientemente de si la atrasan o no, de acuerdo con Urriola lo que es un hecho es que cuando los jóvenes deciden iniciar su vida sexual, lo hacen de una forma más informada, segura y respetuosa.

La revisión también encontró que más de un tercio de estos programas aumentaron el uso de condones y anticonceptivos, mientras que más de la mitad redujeron las conductas sexuales riesgosas.

“Somos seres sexuados desde que nacemos hasta que nos morimos, entre más temprano se inicie esta educación, mejor”, dice Urriola.

El futuro de la educación sexual en México

Para la experta, que la educación sexual cumpla su propósito necesita de una estructura social sólida que incluya políticas públicas actualizadas, así como un cuerpo de expertos certificados en implementar estos cursos.

Actualmente, ante la falta de una educación apropiada, los jóvenes obtienen su información sobre la sexualidad de redes sociales, blogs, páginas de internet y pornografía.

Afortunadamente, en el país y el mundo ya se cuenta con la información necesaria para crear programas basados en evidencia que sean efectivos y adecuados para las distintas edades y etapas que va viviendo el ser humano.

Cuando se habla de educación sexual en las infancias, se propone enseñar conceptos básicos sobre el conocimiento del cuerpo y de la higiene. Conforme va avanzando la edad, la información se va especializando, contemplando temas como los cambios del cuerpo, las relaciones interpersonales, la reproducción, cuestiones de género, el consentimiento, el respeto y el placer.

“Es como cuando alguien empieza a aprender matemáticas, primero van los números y las sumas, después las ecuaciones”, dice Urriola.

En un escenario ideal, la educación sexual no debería frenarse, pues las relaciones interpersonales y las situaciones que vivimos van volviéndose más complejas con el paso del tiempo. En México, la mayoría de los programas inician en cuarto o quinto de primaria y terminan en tercero de secundaria.

Además, a los padres debería de enseñárseles cómo hablar con sus hijos sobre sexualidad de una forma apropiada y segura, para reforzar lo que aprenden en las escuelas.

“Hoy hablamos de una corresponsabilidad entre la escuela, los padres y la sociedad para garantizar que las infancias y juventudes del mundo puedan vivir vidas plenas y libres de violencia”, concluye Urriola.

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Autor

Inés Gutiérrez Jaber
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