Podemos pensar en el microbioma humano como un ecosistema, un sistema complejo con muchas especies e interacciones, y a la microbiota como las especies que lo conforman.
La microbiota son todos los microorganismos que viven en nuestro cuerpo, y que junto con su ADN, proteínas, y otras moléculas, en suma con la interacción con el ambiente, forman al microbioma.
El microbioma “es un ecosistema”, comenta para TecScience Yocanxóchitl Perfecto, profesora investigadora del Tec de Monterrey campus Guadalajara. Perfecto se refiere a una visión cada vez más común en la ciencia en la cual se entiende que los millones de millones de microorganismos que habitan en nuestro cuerpo ofrecen una gran diversidad de servicios o beneficios para la salud humana, de forma similar a cómo los ecosistemas proveen de servicios a la humanidad.
Estos trillones de microorganismos son principalmente bacterias, pero también hay hongos, virus, parásitos, entre otros. A todos estos seres se les conoce como microbiota. Pero, como todo ecosistema, el microbioma no está compuesto solamente por las especies, sino también por sus interacciones y actividades.
Es así que el microbioma humano se define como el conjunto de todos los microorganismos que viven asociados al cuerpo humano (la microbiota) en suma con su ADN, proteínas, y otras moléculas que produce, a lo que también se añade la interacción con el ambiente, es decir, nuestro cuerpo.
La importancia del papel del microbioma
El microbioma juega un papel esencial en prácticamente todos los sistemas y funciones humanas. “No hay ningún sistema que no se regule por uno o varios productos de la microbiota” comenta Isaac González Santoyo, jefe del laboratorio de neuroecología cognitiva de la Facultad de Psicología de la UNAM.
Además, un número cada vez mayor de estudios ha demostrado que los cambios en la composición de nuestros microbiomas, no solo la que se encuentra a nivel intestinal, se correlacionan con numerosos estados patológicos, lo que plantea la posibilidad de que la manipulación de estas comunidades pueda utilizarse para tratar enfermedades, de acuerdo con el Human Microbiome Project (HMP).
Si bien hay microbiota en muchos lugares del cuerpo, como la boca, piel y pulmones, la microbiota intestinal es considerada la más importante para la salud.
¿Cómo tener una microbiota sana?
“No hay una respuesta a qué es una microbiota sana”, comenta Isaac, “pero hay ciertas configuraciones que están fuertemente correlacionadas con la salud”.
“Lo primero es saber quién es quién, quiénes son los integrantes de la microbiota intestinal”, dice Perfecto.
Existen doce grupos de bacterias a los que se les considera los grupos núcleo o más importantes; el equilibrio entre estos doce grupos es un indicador de salud. Estos grupos se encuentran presentes en la gran mayoría de las personas, pero “la proporción de cada grupo y cómo va cambiando en el tiempo es algo que interviene en la salud humana”, apunta Perfecto.
“Si hay muchas bacterias de un grupo y de otro muy poquitas, eso altera las funciones y por lo tanto la salud”, señala González.
Para mantener una microbiota diversa, equilibrada, y funcional, González Santoyo ofrece cuatro recomendaciones principales: el uso consciente de antibióticos y desparasitantes, tener una dieta diversa y baja en alimentos procesados, consumir probióticos (alimentos que contienen microorganismos que fomentan un equilibrio en la microbiota), y reducir el estrés en la vida diaria.
“Los antibióticos y desparasitantes matan a los microorganismos. Las dietas diversas, que contengan fibras y todos los macronutrientes (carbohidratos, proteínas, grasas), aumentan la diversidad de organismos, así como los probióticos naturales, como yogurt, kéfir, y fermentos. Los alimentos procesados contienen conservadores que son antimicrobianos. Y finalmente, una vida con mucho estrés genera adrenalina, que se va directamente al intestino, afectando la diversidad bacteriana”.
Existe una gran cantidad de evidencia científica que relaciona a diversas enfermedades con el desequilibrio de la microbiota intestinal, por ejemplo enfermedades inflamatorias del colon como colitis ulcerativa, enfermedades hepáticas como cirrosis, enfermedad crónica del riñón, los tres tipos de diabetes, enfermedades respiratorias como bronquitis, enfermedades cardíacas como hipertensión, y cáncer de pulmón, colorrectal, pancreático, y oral.
Además, también existe cada vez mayor evidencia de cómo la microbiota intestinal está asociada con la salud mental. “La microbiota regula funciones del sistema nervioso, por ejemplo, muchos mensajeros químicos de este sistema, como la serotonina y la dopamina, son producidos por la microbiota o con ayuda de ésta. Estos mensajeros químicos están directamente vinculados con la salud mental, por ejemplo con la ansiedad, depresión, Alzheimer, Parkinson, y autismo”.
A Isaac, la evidencia que día a día se acumula sobre la relación del microbioma con la salud le resulta esperanzador. “Es como regresarnos nuestra salud. El determinismo médico que dicta que todo es hereditario está ahora encontrando que no es así, que muchas cosas dependen del ambiente y de lo que hacemos, y esto hace que nosotros tengamos el poder sobre nuestro propio sistema”.
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