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Del dolor a la propuesta: el artivismo impulsa el cambio social en México

Una red de investigadores y artistas del Tec de Monterrey busca crear un registro académico de proyectos artísticos con impacto social.
Fotografía de una persona escribiendo en una oficina
“Como científicos sociales tenemos la obligación de entender a profundidad por qué la gente se tomó la molestia de salir de su casa, gritar, rayar, cantar y hacer cualquier cosa con tal de llamar la atención en contra de un agravio”, dice Salvador Leetoy, profesor investigador de la Escuela de Humanidades y Educación (EHE) del Tec de Monterrey. (Ilustración: Getty Images)

El arte puede ser vehículo para expresar las preocupaciones, dificultades e injusticias que viven las personas en su vida diaria. Además, a través de protestas, puestas en escena, documentales, los artistas individuales y colectivos pueden lograr cambios positivos en su entorno.

“Si alguien se resiste, si alguien sale a las calles, si alguien utiliza diferentes estrategias para comunicar algún agravio social, es porque algo no está funcionando en esa sociedad”, dice Salvador Leetoy, profesor investigador de la Escuela de Humanidades y Educación (EHE) del Tec de Monterrey.

En ocasiones, las prácticas artísticas pueden servir para detonar acciones que logren un impacto social. El artivismo −término que nace de combinar las palabras arte y activismo− hace referencia a este tipo de proyectos.

Durante años, Leetoy y una red de investigadores de humanidades, sociología, leyes y otras disciplinas se han dedicado a estudiar el artivismo y entender cómo el arte puede ser una fuerza política.

Ahora, estas investigaciones desembocan en el Laboratorio de Artivismos, un espacio físico −que tendrá su sede en el Campus Guadalajara del Tec de Monterrey− y virtual enfocado en crear un registro académico de los distintos proyectos de artivismo en México y América Latina. 

“Queremos hacer un verdadero archivo de experiencias de artivismo para hablar de la posibilidad del arte de implicarse en cosas que nos afectan cotidianamente”, dice el investigador. “También, queremos abrir espacios de diálogo, análisis e investigación”.

El Laboratorio de Artivismos del Tec de Monterrey

La idea es que en este espacio colabore una red de artistas e investigadores mexicanos y latinoamericanos cuyo enfoque sea analizar el uso del arte como vía de activismo.

Como tal, el laboratorio aún no existe, pues sus fundadores se encuentran en la etapa de conseguir los fondos necesarios para poder desarrollarlo. “Es un proyecto a futuro, pero que ya tiene un montón de investigación detrás”, explica Leetoy.

Además de Salvador Leetoy, otros miembros que ya integran esta red son Diego Zavala y María de la Cruz Castro, ambos investigadores de la EHE y Carlos Cerda, de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno (ECSG).

“Todo esto parte de una visión de encontrar fórmulas de intervención para diseñar una política pública mucho más cercana a las necesidades locales de grupos vulnerables, como grupos feministas, colectivos LGBTQI+, o grupos indígenas”, cuenta Leetoy.

De acuerdo con el experto, el artivismo puede propiciar un diálogo con los tomadores de decisiones y políticos de cada ciudad, estado o país para encontrar soluciones reales a distintos problemas, como la discriminación, la violencia de género, la inseguridad asociada al narcotráfico, la crisis climática o las desapariciones forzadas.

Tanto en Guadalajara, como en otras ciudades, existe una larga tradición de grupos de artistas que utilizan el arte como una forma de acción social, impulsando una ciudadanía participativa.

“Es una comunicación participativa que surge desde las propias comunidades para el desarrollo de diferentes formas de cuestionamiento y resistencias ante diferentes aspectos que vulneran el buen vivir de los ciudadanos”, explica Leetoy.

Artivismo en México y el mundo

Algunos ejemplos de artivismo en México −y otros países− son la Colectiva Hilos, un grupo de artistas, gestoras, sociólogas y diseñadoras que utilizan el bordado para denunciar la desigualdad, inseguridad y violencia que prevalece en el país.

La colectiva utiliza hilo rojo para generar piezas textiles de gran tamaño. “Estos tejidos monumentales se utilizan en manifestaciones o intervenciones para visibilizar el derramamiento de sangre, se ve impresionante”, expresa Leetoy.

Otro es Por Amor a Ellxs, un colectivo de familias buscadoras de desaparecidos de Jalisco que fue fundado en 2016 por madres buscadoras que comenzaron a organizarse para acompañarse y ayudarse en la búsqueda de familiares o seres queridos que están desaparecidos.

Ante los pocos resultados por parte de las autoridades, este colectivo se ha vuelto experto en análisis forenses y búsqueda de personas, sin ningún entrenamiento formal.

“Van a fosas clandestinas y saben cómo categorizar lo que van encontrando”, dice Leetoy. “Es horrible y dolorosísimo, pero ellas lo hacen porque, sino, el Estado permanece ajeno”.

Gracias a sus exposiciones, manifestaciones y trabajo constante con otros colectivos de familias buscadoras −y en colaboración con abogados y expertos en leyes−, lograron que en 2018 entrara en vigor la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas, la primera de este tipo en el país.

También está Humanizing Deportation (Humanizando la deportación), un proyecto de narración digital que inició en Estados Unidos y recopila las historias de personas que han sido deportadas o migrantes en situaciones vulnerables.

«No son un número, queremos entender sus experiencias», dice Leetoy.

De la protesta a la propuesta

Así, el Laboratorio de Artivismos será la conjunción de esfuerzos desde la investigación y el arte para entender los fenómenos sociales que desembocan en el artivismo.

“Como científicos sociales tenemos la obligación de entender a profundidad por qué la gente se tomó la molestia de salir de su casa, gritar, rayar, cantar y hacer cualquier cosa con tal de llamar la atención en contra de un agravio”, enfatiza Leetoy.

Para él, es importante entender que ningún miembro de la sociedad −ni siquiera los académicos− son ajenos a los problemas que se viven a diario en el mundo. Ninguna universidad, institución o centro de investigación existe en una burbuja o totalmente aislada.

Ante las problemáticas sociales que se viven a diario, necesitamos organizarnos para exigir a las autoridades cambios verdaderos.

“Cuando pasamos de la protesta a la propuesta, es una cosa maravillosa”, dice Leetoy. “Del dolor, la tristeza y la aflicción se pueden crear maneras de incidir en el espacio público a través de la solidaridad y la búsqueda del beneficio mutuo”, dice Leetoy.

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Autor

Picture of Inés Gutiérrez Jaber