Para garantizar que alrededor del mundo los niños y las niñas vivan una primera infancia digna, saludable y plena, también hay que asegurar que los adultos más importantes de su vida −como sus papás, cuidadores primarios o maestros− cuenten con las condiciones económicas, psicológicas y sociales apropiadas para poder darles un buen cuidado.
En Estados Unidos, 48% de los padres reportan que la mayoría de sus días los viven con un estrés abrumador, comparado con el 26% de adultos sin hijos que reportaron lo mismo.
De acuerdo con Philip Fisher, director del Stanford Center on Early Childhood, el entender cómo viven los cuidadores de las infancias es esencial para guiar programas de intervención y políticas públicas que puedan ayudarles a darles una atención adecuada.
“Creemos que es muy importante que, como expertos, conozcamos e incorporemos las experiencias de lo que viven las personas que están en las vidas de los niños pequeños”, dijo Fisher.
Esta es la razón por la que, en la pandemia por Covid-19 en 2020, Fisher y un grupo de investigadores crearon RAPID, una encuesta dirigida a entender las necesidades de los cuidadores primarios de las infancias.
Durante su ponencia RAPID Survey Project: Un proyecto para amplificar las voces de los cuidadores, en el segundo Foro Internacional de Primera Infancia del Tec de Monterrey, Fisher explicó cuál es la información más relevante que han encontrado y cómo esta puede usarse para diseñar programas y políticas que realmente tengan un impacto positivo.
“La idea es que estos datos se incorporen a este ciclo de conocimiento para realmente informar el diseño de soluciones y poder determinar si esas soluciones están teniendo el impacto deseado”, expresó el experto.
RAPID: una encuesta para entender el estrés de los cuidadores primarios
Ante un mundo cambiante, existen cuatro grandes factores que impactan la forma en que las familias, los cuidadores primarios y las infancias viven: cambios en el cuidado fuera de casa (como el preescolar o la guardería), la persistencia de la pobreza y la desigualdad, el cambio climático y la tecnología digital, de acuerdo con Fisher.
En México, en 2022 solo el 71% de los niños de tres a cinco años estaban inscritos en educación preescolar, lo cuál es más bajo que el 83% de los niños de otros países que pertenecen a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).
Por otro lado, más de 20 millones de niños y adolescentes mexicanos viven en pobreza, mientras que cinco millones lo hacen en pobreza extrema.
“Esto tiene un efecto colateral que también impacta en la nutrición y otros factores relacionados con la salud de las infancias”, dijo Fisher.
Con esto en mente, él y sus colegas crearon RAPID, una encuesta con datos cuantitativos y cualitativos de alta calidad, basados en una muestra amplia y diversa de personas.
Esta tarda aproximadamente 15 minutos en responderse y está disponible en inglés, español y otros idiomas. Es de alta frecuencia, con las familias y cuidadores primarios respondiéndola de manera semanal.
Hasta ahora, han realizado 159 encuestas a hogares en Estados Unidos, lo cual incluye a más de 20,000 familias.
Las preguntas que les hacen a los padres son sobre las dificultades económicas y materiales que viven, como la capacidad de pagar la comida de sus hijos, la renta y otras necesidades básicas; el bienestar de sus hijos, si los notan ansiosos, enojados o desafiantes; el bienestar del mismo adulto, si viven con ansiedad, depresión o soledad; acceso a preescolar y guarderías; así como el acceso a cuidados preventivos de salud para las infancias, como las vacunas.
A los profesores y proveedores de cuidado infantil les hacen preguntas adicionales sobre su salario y sus condiciones laborales.
“También hemos incluido preguntas sobre sus preocupaciones con el cambio climático y otras”, dijo el investigador.
Muchas familias no pueden garantizar las necesidades básicas de sus hijos
Entre sus hallazgos más importantes está que actualmente alrededor del 40% de los padres con hijos de menos de seis años en Estados Unidos tienen dificultades económicas para cubrir las necesidades básicas de sus hijos.
“Cuando mostramos esto a los creadores de políticas, les sorprende saber que en un país tan próspero como Estados Unidos todavía tengamos tasas de pobreza tan altas”, dijo Fisher.
De acuerdo con él, esto resulta en una reacción en cadena de dificultades en la que los problemas económicos causan estrés psicológico y emocional en los padres o cuidadores primarios, resultando en que las infancias también vivan estrés psicológico y emocional.
Esto también puede trasladarse a los proveedores de cuidado infantil y los profesores de preescolar o primaria, que suelen tener sueldos bajos y condiciones laborales difíciles.
Así, las respuestas a la información recabada con RAPID reta las nociones que solemos tener sobre lo que se necesita para que los cuidadores primarios les puedan dar el cuidado necesario a las infancias.
Tal vez, pensamos que los padres necesitan aprender sobre el desarrollo de los niños o desarrollar habilidades de crianza apropiadas, pero en realidad, lo que los cuidadores dicen necesitar es totalmente distinto.
“Los padres nos han dicho que están batallando”, dijo Fisher. “No nos están pidiendo ayuda con sus habilidades de crianza, si no que les preocupa si van a poder seguir viviendo donde viven”.
Además, otras de las muchas dificultades a las que se enfrentan, son sentimientos de soledad y desesperanza, tener que dejar de comer para que sus hijos puedan hacerlo, no poder pagar la guardería o no poder pedir días en el trabajo para llevar a sus hijos al doctor.
Una pieza esencial para el bienestar de la primera infancia
Por ello, Fisher cree que primero es esencial crear programas enfocados a lograr que a nivel mundial existan las condiciones para que todas las familias, proveedores de cuidados infantiles y profesores de preescolar y primaria puedan cubrir sus necesidades básicas.
“Los programas que hemos creado no están necesariamente alineados con lo que los padres nos están diciendo”, explicó Fisher.
El crear estos programas es especialmente importante para las familias que viven en pobreza o enfrentan alguna desigualdad.
“Si lo que la gente nos dice es que sus luchas, y por lo tanto las de sus hijos, están directamente relacionadas con estas necesidades fundamentales, necesitamos pensar en eso”, dijo el experto.
Sin embargo, la idea de que solucionar estas cuestiones económicas lo resolverá todo no es el mensaje que quieren dar. “Tenemos que empezar por entender si las necesidades básicas de las personas están satisfechas antes de que estos maravillosos programas sociales, que muchas veces están basados en evidencia, puedan tener el impacto deseado”, enfatizó Fisher.
A futuro, el grupo de investigadores busca expandir la encuesta a otros países. Una de esas alianzas será con el Centro para la Primera Infancia del Tec de Monterrey para comenzar a recabar información sobre las necesidades de los cuidadores primarios de México, empezando con las de Nuevo León.
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