Tener la capacidad de resolver un problema o tomar decisiones acertadas basadas en el razonamiento son herramientas necesarias para el desarrollo de cualquier profesionista. Es por ello que en las aulas de universidades alrededor del mundo se enseña el pensamiento complejo.
“Lo que exige la nueva industria a las universidades, es que sus estudiantes lleguen con habilidades que un algoritmo de Inteligencia Artificial no le pueda ofrecer, el pensamiento complejo puede ayudar con eso”, dice José Carlos Vázquez Parra, profesor de la Escuela de Humanidades y Educación e investigador del Institute for the of Future Education (IFE) en entrevista con TecScience.
En un estudio publicado el pasado abril de 2023, Emprendimiento social, pensamiento complejo y autoeficacia empresarial: estudio correlacional en una muestra de estudiantes mexicanos, Vázquez Parra y un grupo de investigadores buscaron la relación entre desarrollar proyectos de emprendimiento social, el desarrollo del pensamiento complejo y la autoeficacia emprendedora en un grupo de estudiantes de distintas universidades de México.
“Encontramos una correspondencia entre los tres elementos: una persona que desarrolla un emprendimiento social a la par desarrolla pensamiento complejo y autoeficacia emprendedora”, dice el experto.
Qué es el pensamiento complejo y cómo se puede enseñar
El pensamiento complejo es el desarrollo de habilidades cognitivas que permiten interconectar diferentes dimensiones de la realidad para poder resolver problemas y situaciones de la vida real, que suelen ser más complejas que las planteadas en los salones de clases.
En general, este involucra la capacidad de integrar información abstracta o compleja, involucrada en otras subcompetencias o habilidades como el pensamiento creativo, el pensamiento crítico, el pensamiento científico, el razonamiento, el desarrollo de conceptos, la resolución de conflictos, el análisis moral y ético.
“Cualquier práctica educativa en donde el estudiante tenga que hacer elecciones racionales, tomar decisiones complejas y resolver problemas o retos, ahí cabe el pensamiento complejo”, explica Vázquez Parra.
Para él y el grupo de investigadores con el que realizó el estudio era importante entender si había procesos en otras disciplinas que pudieran detonar esta forma de pensamiento. Por ello, pusieron a prueba si los estudiantes que trabajan en propuestas de emprendimiento social también lo desarrollan.
El emprendimiento social se enfoca en resolver un problema social o humano de manera sostenible e innovadora. De acuerdo con el experto, el proceso de ideación de un proyecto de este tipo trae consigo el desarrollo de otras habilidades importantes para un estudiante.
Entre ellas está la autoeficacia emprendedora, la cual permite que los estudiantes puedan integrar estas habilidades cognitivas y de actitud para poder juzgar su propia capacidad de éxito al crear un proyecto de emprendimiento social, a pesar de la incertidumbre natural que hay en el ambiente.
“Tiene que ver con esta cuestión de si creen que su proyecto va a ser viable y exitoso”, dice Vázquez Parra. Esta habilidad es crucial para enfrentarse al mundo real y poder proponer soluciones acertadas.
Un estudio piloto para impulsar el pensamiento complejo
En el estudio, el equipo, conformado por Vázquez Parra y otros investigadores del IFE, como Patricia Alonso, Paloma Suárez y Martina Carlos, así como Marco Cruz del Centro para el Futuro de las Ciudades, implementaron una metodología en línea para poner a prueba la relación entre estos tres elementos.
Esta consistió de tres fases: el diagnóstico inicial, las actividades formativas y la evaluación final. En el diagnóstico inicial, utilizaron instrumentos de medición, basados en una serie de preguntas, para evaluar si tenían capacidades de emprendimiento social, de pensamiento complejo y autoeficacia emprendedora sin haberles enseñado nada.
En las actividades formativas, pidieron a los estudiantes idear, desarrollar y hacer un prototipo de un proyecto de emprendimiento social. Para la evaluación final, utilizaron los mismos instrumentos de medición para observar si estas tres competencias habían cambiado después de la implementación de la actividad.
“Lo que encontramos fue que estas tres competencias se relacionan y se impulsan entre sí”, expresa Vázquez Parra.
Pensamiento complejo para el futuro de la educación
Vázquez Parra y los investigadores que participaron en el estudio forman parte de R4C-IRC, un grupo de investigación interdisciplinar que busca escalar el pensamiento complejo en estudiantes de universidad y posgrado.
Su visión es aportar al futuro de la educación para adecuarla al mundo cambiante en el que vivimos y preparar individuos que aporten a la mejoría de las sociedades humanas y al desarrollo sostenible.
“Queremos llevar el conocimiento sobre el pensamiento complejo y las herramientas necesarias para enfrentar el futuro un poco más allá del límite establecido”, concluye Vázquez Parra