En las últimas décadas, el consumo de ultraprocesados ha aumentado por diversos factores, como la accesibilidad y la amplia oferta de estos productos, así como el ritmo de vida acelerado que muchas personas llevan. Los ultraprocesados se definen como productos precisamente porque muchas veces no cumplen la función de un alimento que es nutrir.
Para conocer e identificar a este tipo de productos, el epidemiólogo Carlos Monteiro creó en 2009 el sistema Nova, con el que dividió a los alimentos en cuatro categorías según su grado de procesamiento:
- Alimentos sin procesar: No contienen azúcar, sal ni edulcorantes añadidos. Ejemplos: frutas, semillas y verduras.
- Ingredientes culinarios: Se usan para preparar alimentos. Ejemplos: sal, aceites y azúcar.
- Alimentos procesados: Elaborados a partir de ingredientes del segundo grupo. Ejemplos: vegetales en conserva, fruta en almíbar y queso.
- Ultraprocesados: Fabricados mediante procesos industriales complejos, sin ingredientes naturales. Ejemplos: frituras, cereales de caja y sopas instantáneas.
Además de carecer de valor nutricional, los productos ultraprocesados, según un metaanálisis publicado en la revista British Medical Journal, se han vinculado directamente con un mayor riesgo de muerte por enfermedades cardíacas y diabetes, así como con fatiga y problemas para dormir.
Otro problema asociado con los ultraprocesados es la adicción. Según la Yale Food Addiction Scale, una herramienta diseñada para evaluar signos de conducta alimentaria “adictiva”, estos productos pueden desencadenar comportamientos dependientes en algunas personas.
Los resultados muestran que entre el 14% y el 20% de las personas adultas, y entre el 12% y el 15% de los niños y adolescentes, pueden desarrollar cierta adicción a estos productos, en gran parte debido a su alta hiperpalatabilidad, cuando ya solo se consumen principalmente por placer y no por hambre.
Equilibrio en la alimentación
Aunque es cierto que algunos productos pueden dañar nuestra salud, no es necesario satanizarlos. La clave está en saber cómo consumirlos de manera equilibrada, especialmente si nos gustan o si, por cuestiones de tiempo o economía, no tenemos otra opción.
Cristina Chuck, profesora-investigadora del Tecnológico de Monterrey y líder del núcleo de investigación Health, sostiene que los alimentos no solo deben evaluarse por su procesamiento, sino también por los aspectos sociales, las costumbres y las necesidades individuales que nos rodean.
Cada persona es diferente: lo que puede consumir un joven de 20 años no es lo mismo que lo adecuado para una persona mayor de 40 con una vida sedentaria o para una mujer que enfrenta problemas hormonales.
Los conservadores en alimentos también son aliados
El uso de los conservadores en los alimentos han sido también muy cuestionados, muchas veces por la creencia de que pueden ser perjudiciales para la salud.
Sin embargo, Jorge Welti del grupo de investigación “emerging food technologies and nutraceuticals” señaló que estos aditivos juegan un papel esencial en la sostenibilidad alimentaria, ya que permiten que los productos se mantengan en buen estado durante periodos prolongados.
“Si no aplicamos procesos de conservación, muchos de los productos no llegarían a la mesa“, dice Welti, también investigador sobre el diseño de productos y procesos para la industria de alimentos.
A pesar de esos beneficios, se recomienda evitar ciertos conservadores, como el ácido benzoico y los sulfitos, un grupo de sustancias derivadas del azufre que se forman de manera natural en algunas bebidas alcohólicas y otros alimentos. Estas sustancias se utilizan para controlar el crecimiento de bacterias u otros organismos que pueden alterar el sabor sin embargo, se ha comprobado que pueden tener efectos negativos en personas con asma.
Algo similar sucede con los alimentos enlatados: aunque con frecuencia se consideran poco saludables, su proceso garantiza una preservación segura para el consumo.
Lo más importante al ingerir distintos tipos de alimentos o productos, es mantener una dieta equilibrada y consultar a un especialista si se padece alguna condición de salud específica, ya que cada organismo tiene requerimientos nutricionales diferentes.
Consejos al incluir los ultraprocesados en las dietas
Dixia Ramírez, profesora y nutrióloga clínica del Instituto de Salud Digestiva de TecSalud, ofrece algunas recomendaciones generales para una dieta saludable y balanceada si es que incluyes ultraprocesados:
- Hidratarse adecuadamente: Elige agua, té o café sin azúcar ni edulcorantes.
- Consumir embutidos con moderación: Ya sea de pavo o cerdo, su impacto en la salud es menor si se ingieren con moderación.
- Evitar frappés y smoothies de cadenas de café: Estos suelen contener grandes cantidades de azúcar.
- Optar por lácteos con beneficios: Los lácteos, como los quesos frescos, son ricos en probióticos y proteínas. Se recomienda elegir quesos frescos ya que otros tipos pueden contener más grasa.
Recuerda no satanizar los alimentos. Es crucial trabajar en tu relación con la comida y entender que consumir productos ultraprocesados con moderación no tendrá un impacto significativo en tu salud.
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