La obesidad no es siempre un sinónimo de estar enfermo, sin embargo, un artículo científico revela que la cantidad de personas con esta condición que no padece ninguna comorbilidad es mínima y este riesgo aumenta con el tiempo.
La revisión publicada en el Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism titulada Heterogeneidad clínica y transiciones de la obesidad, recopila datos de más de 20,000 mexicanos con obesidad y demuestra que es muy raro que el paciente no tenga ninguna enfermedad, sobre todo, si se toman en cuenta aspectos físicos, de movilidad y de salud mental.
Mientras más tiempo se vive con obesidad, más común son los síntomas de dislipidemia, hipertensión o depresión.
“Este artículo tiene dos ideas principales: es raro encontrar a alguien que tiene obesidad y no tiene enfermedad, pero entre más enfermedades buscas, más raro es. Además, está muy fuertemente asociada con la edad”, explica Adrián Soto Mota, especialista en medicina interna y profesor de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud en el campus Ciudad de México y miembro del sistema TecSalud .
Soto fue elegido en abril por la Fundación de la Sociedad Americana de Nutrición (ASN) para recibir el Peter J. Reeds Early Career Investigator Award, premio que reconoce la investigación destacada en metabolismo de macronutrientes.
El estudio se realizó con los datos de pacientes entre los 20 y 100 años en un rango de tiempo de 15 años de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT). La enfermedad más común entre las personas con obesidad es la dislipidemia, es decir, cualquier anomalía de los lípidos en la sangre, como colesterol o los triglicéridos, mismos que causan problemas cardiovasculares y en el cerebro.
El costo de ser el primer lugar
Soto, el líder de la investigación, explica que el problema de México está en los altos índices de obesidad infantil, estadísticas que nos colocan en el primer lugar del mundo según la propia Secretaría de Salud (Ssa).
Anteriormente, las enfermedades relacionadas con la obesidad se hacían evidentes a los 60 años, explica el investigador, pero si fuiste un niño que desde los 10 años tuvo obesidad entonces es muy probable que las enfermedades comiencen a manifestarse a los 30 años.
“Hay gente que está sana, porque no ha ido al médico, porque no le duele nada. Ahora, si las únicas dos enfermedades que buscan son diabetes e hipertensión, pues a veces no tienen, pero sí otras cosas”, dice el profesor.

La obesidad es heterogénea
“Actualmente hacemos un consenso para dividir la obesidad en clínica, que es la que ya tiene manifestaciones de enfermedad, y la obesidad preclínica, donde no hay nada mal también llamada obesidad metabólicamente sana”, dice el especialista.
El indicador que retoma este artículo es el Sistema de Estadificación de la Obesidad de Edmonton. Este sistema se creó pensando en que no todas las personas con obesidad tienen la misma calidad de salud, por lo que considera, también, el aspecto médico, el psicológico y la movilidad del paciente.
También se utilizó el Índice de Masa Corporal, aunque Soto explica que no es perfecto, pues una persona tiene un índice alto solamente porque es robusta y otra tiene menos porque sus huesos podrían tener osteoporosis.
Soto Mota asegura que cualquier persona, independientemente de su peso, merece que se le trate con respeto, pero intentar bajarlo se parece, explica, a ahorrar para el futuro o para el retiro.
Una situación crítica: la obesidad en adultos jóvenes
“Algo que frecuentemente manejo con mis pacientes es: tienes 30 años, tienes obesidad, pero no tienes enfermedades, pues qué bueno. Sin embargo, tus huesos a los 60 años sí te van a agradecer no haber cargado tanto esos años”, cuenta.
Por eso, para aquellos jóvenes que padecen obesidad y no tienen ninguna enfermedad, la recomendación es tratar de bajar de peso, pues las estadísticas indican que —tarde o temprano— presentarán alguna de las enfermedades relacionadas.
Sin embargo, especialistas como Carolina Solís-Herrera han hablado sobre cómo abordar la obesidad de manera individual no se trata solo de «fuerza de voluntad». Se requiere un enfoque integral que incluye pilares desde la educación nutricional, apoyo médico, terapia cognitiva-conductual y actividades físicas, los cuales a menudo solo se logran con toma de decisiones públicas.
Otro de los puntos principales en los cuales se enfoca el artículo, publicado en The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, es en la situación demográfica de México, pues si hace algunos años lo más abundante en la población eran los niños, ahora ese lugar es ocupado por los adultos jóvenes.
“Dentro de ese contexto no se había hecho el análisis de cómo cambian las otras enfermedades que se asocian con obesidad a lo largo del tiempo”, dice.
El profesor hace un llamado a que las autoridades tomen en cuenta los datos que arroja el análisis de la encuesta, porque se tiene que anticipar que más gente va a necesitar servicios de salud a edades más tempranas.
“Lo que antes se necesitaba a las 60 se va a necesitar antes en un número mayor de personas, tenemos muchos adultos jóvenes que crecieron con obesidad. Vamos a ver enfermedades crónicas a edades más tempranas”, concluye.
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