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Escuchar los sonidos de nuestra boca para diagnosticar enfermedades

Investigadores los analizan seguimiento de condiciones como el Parkinson, la esquizofrenia, la depresión o el estrés postraumático.
ilustracion de una boca
La prosodia es el ritmo y melodía del habla, que varía en el acento y entonación de cada persona. En la esquizofrenia, por ejemplo, uno de sus síntomas es la prosodia anormal, con entonaciones y acentos característicos del padecimiento. (Ilustración: Ana Cristina Espinosa / TecScience)

Los sonidos de la boca (más allá del habla) pueden dar pistas sobre nuestra salud física y mental. A pesar de que no solemos pensar mucho en ellos, contienen información útil para el diagnóstico de padecimientos.

“Como personas, somos generadores de sonidos y estos pueden ser de mucha ayuda para la medicina”, explica Norberto Naal-Ruiz, estudiante de doctorado de la Escuela de Ingeniería y Ciencias del Tec de Monterrey, en entrevista con TecScience.

Naal-Ruiz forma parte de un grupo de investigación multidisciplinario, liderado por David Ibarra y Luz María Alonso Valerdi, de la misma escuela, que se especializa en la neuroacústica.

Esta es una disciplina que estudia el sistema auditivo y su influencia en las funciones del sistema nervioso, como el cerebro. Una de sus muchas aplicaciones es detectar anomalías en los sonidos producidos por la boca para diagnosticar padecimientos o dar seguimiento a un tratamiento.

Sonidos de la boca para diagnosticar enfermedades

En la publicación Sonidos de la boca: una revisión de aplicaciones y metodologías acústicas, el equipo encontró que el análisis de estos sonidos ha sido utilizado principalmente para monitorear el estado físico y mental de pacientes alrededor del mundo.

Algunos de los sonidos que hacemos con la boca y que pueden sufrir alteraciones debido a distintas condiciones son los sonidos que hacemos al respirar o al dormir, también la forma en que pronunciamos las vocales, o nuestros llantos, ronquidos, balbuceos, o silbidos.

“En el Parkinson, por ejemplo, se ha encontrado que −debido a la inestabilidad motora que caracteriza a la enfermedad− hay fluctuaciones en los sonidos producidos por la boca”, explica Naal-Ruiz.

En el estudio de esta enfermedad, se ha observado que si se monitorean estos sonidos, puede detectarse en etapas tempranas y contribuir a un tratamiento oportuno que contrarreste sus efectos.

Estas mediciones proporcionan un complemento a otros métodos de diagnóstico que pueden ser utilizados en complicaciones respiratorias, como las ocasionadas por Covid-19, en desórdenes del sueño, como la apnea, o desórdenes neurológicos, como la esquizofrenia y la parálisis cerebral.

La prosodia es el ritmo y melodía del habla, que varía en el acento y entonación de cada persona. En la esquizofrenia, por ejemplo, uno de sus síntomas es la prosodia anormal, con entonaciones y acentos característicos del padecimiento. 

También puede usarse en desórdenes emocionales como estrés postraumático o depresión, y para detectar emociones como miedo, angustia, tristeza o sorpresa en sesiones de psicoterapia, por ejemplo. 

En conjunto con otras herramientas, monitorear los sonidos que producimos con la boca pueden ayudar a darle seguimiento al tratamiento de alguno de los padecimientos mencionados.

Metodologías estandarizadas: la pieza que falta

Aunque existen muchas aplicaciones del análisis de estos sonidos, en el estudio, los investigadores advierten que todavía hace falta estandarizar la metodología para registrarlos y procesarlos, ya que suelen variar entre los países o grupos de estudio.

Se debe contar con un espacio en donde puedan aislarse los sonidos del exterior para evitar que se cuelen ruidos externos que podrían confundir el análisis. Los tipos de micrófonos que se utilicen también deben ser especializados en la detección de voz para que el rango de frecuencias que capture sea el adecuado.

“En espacios como hospitales o clínicas, que son muy concurridos, hay que implementar técnicas para aislar los sonidos ambientales”, explica Naal-Ruiz, quien llegó al grupo desde la producción musical digital.

Aspectos técnicos como la distancia a la que se coloca la persona del micrófono o el volumen en el que se registra la grabación también deben ser estandarizados, para que puedan ser aprobados por las instituciones médicas como herramientas de diagnóstico o seguimiento.

Para contribuir al campo, a futuro los investigadores buscan seleccionar padecimientos específicos para estudiar los sonidos bucales que los caracterizan y definir una metodología de grabación y extracción estandarizada que pueda ser utilizada por otros grupos interesados en el campo.

“Queremos impulsar la investigación de detección de anomalías en estos sonidos, así que necesitamos gente con esa curiosidad intelectual”, invita Naal-Ruiz. En su grupo hay de todo: médicos, psicólogos, ingenieros biomédicos y productores musicales. “Entre todos podemos combinar habilidades y herramientas que cada investigador tiene”, dice.

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Autor

Inés Gutiérrez Jaber