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Somos miles de millones… ¿Es bueno (o malo) el crecimiento demográfico?

Actualmente somos más de 8,000 millones de personas en todo el mundo y las políticas públicas deben atender los cambios poblacionales.
Gráfico con el planeta tierra de fondo y personas sobre una flecha ascendente ilustra el concepto de crecimiento de la población.
Debido a los desplazamientos de la población, se vislumbra que la composición demográfica de los países desarrollados se pueda reconfigurar. (Ilustración: Shutterstock)

¿Hay algún beneficio para la humanidad a partir del crecimiento demográfico? Y, ¿cuáles serán los desafíos que enfrentaremos como sociedad al ser cada vez más personas en el mundo?

Según reportes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), hoy somos más de 8,000 millones de habitantes dispersos en varias regiones del mundo; esta cifra fue alcanzada en noviembre de 2022 y se pronostica que para 2050 el crecimiento demográfico nos lleve a superar los 9,700 millones de seres humanos sobre la Tierra.

Censos poblacionales también indican que el crecimiento demográfico global se da de manera sostenida, pese a caídas en natalidad y mortalidad, mayor esperanza de vida y por la migración en las últimas décadas.

Crecimiento demográfico: beneficio o desafío según políticas

El tamaño de población y el ritmo de crecimiento demográfico no son intrínsecamente beneficiosos o perjudiciales, dice Carlos Brambila, experto en demografía por la Universidad de Chicago en entrevista para TecScience.

El también profesor e investigador de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tec de Monterrey, explica que estos no se benefician ni perjudican por sí mismos, sino que dependen de las políticas públicas o la toma de decisiones de autoridades en todos los niveles.

En cada país, gobiernos de todos los niveles ejecutan políticas públicas que pueden afectar el crecimiento poblacional y la economía; también, organismos globales como las Naciones Unidas, el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional (FMI) implementan acciones capaces de impactar en regiones y países específicos.

Entre esas acciones, está la demanda de bienes y servicios que puede ser estimulada por el volumen de la población o el crecimiento demográfico. Una acción que podría fortalecer la actividad económica y promover la creación de empleos en una región, sin embargo, también hay una dependencia en cómo las políticas públicas fomentan o limitan esas oportunidades económicas, agrega el también director del Doctorado en Política Pública del Tec.

Con el crecimiento demográfico puede aumentar el número de consumidores potenciales, las empresas y la economía en general se verían beneficiadas; también, puede permitir una mayor fuerza laboral, mejor acceso a servicios de salud, educación e innovación tecnológica.

Por otro lado, también puede convertirse en un obstáculo para el desarrollo de la sociedad cuando las políticas públicas no están diseñadas para aprovechar estos beneficios y hacer frente a desafíos potenciales como la integración cultural y la resistencia a movimientos como la migración, que cuando ocurre de manera masiva puede llegar a generar tensiones sociales y políticas.

Los servicios públicos pueden expandirse con el crecimiento demográfico, pero si las políticas públicas no reaccionan y no saben responder oportunamente, se vuelven poblaciones desposeídas; en esos casos, el crecimiento demográfico se puede volver un problema, en lugar de una de un aliciente al desarrollo y al avance de las sociedades”, comenta Brambila.

Tasas de natalidad van a la baja mientras población crece

Actualmente, India y China, con más de 1,400 millones de habitantes cada uno, son los países más poblados del mundo y representan aproximadamente un tercio de la población mundial; sin embargo, ambos han mostrado caídas en sus tasas de natalidad que hoy los llevan a enfrentar varios desafíos.

En 1979, cuando alcanzaba los 1,000 millones de habitantes y ante el temor de una explosión demográfica, China implementó la política de “un solo hijo”, misma que perduró hasta mediados de la década pasada, cuando se permitió a las parejas tener dos, y eventualmente, tres hijos.

“Esas políticas lograron una reducción en la fecundidad; actualmente, eso se ha traducido en una ‘falta de niños’, un envejecimiento de la población muy rápido y, a nivel regional en varias zonas en China e India, en la falta de fuerza de trabajo”, comenta Brambila.

En Europa hay escenarios similares, con países como Alemania, Francia e Italia que registran bajas tasas en natalidad; el Fondo de Población de las Naciones Unidas pronostica que, para 2050, podría registrarse en esa región un descenso del 7%. 

Para estos y otros países, como Estados Unidos, después de la Segunda Guerra Mundial hubo un crecimiento acelerado en las tasas de natalidad; eso los llevó a promover iniciativas para estabilizar su crecimiento demográfico, junto con políticas públicas orientadas a generar empleos, servicios educativos y de salud, y promoción de la actividad económica.

“Por ejemplo, en México, teníamos una fecundidad de 5.8 hijos por pareja y actualmente estamos abajo de dos (…) los casos de China e India, con la baja tan fuerte que tuvieron en su natalidad, están buscando nuevamente estabilizar su crecimiento. Hay una inercia demográfica en donde, primero, el descenso de la fecundidad sí impacta, empieza a decrecer la población y en las próximas décadas se puede restablecer el nivel de fecundidad”, agrega Brambila.

Uno de los conceptos que aportan a estabilizar el crecimiento poblacional es la fecundidad de reemplazo, que se da cuando una pareja tiene el número de hijos que les permiten reemplazarlos al morir.

En países subdesarrollados, la fecundidad sigue siendo alta

Pese a que en algunas regiones la fecundidad se ha ido estabilizando, aún hay países donde no es así, por ejemplo, Niger, Angola y la República Democrática del Congo, hoy están entre las naciones con mayor natalidad en el mundo; Brambila señala que esto podría deberse a que, históricamente, en países subdesarrollados los niños han tenido una función económica dentro de las familias.

“Pensando en un ambiente agrícola, las familias rurales necesitaban la fuerza del trabajo infantil, los niños eran parte de las economías familiares; hoy, en muchos países africanos, los niños contribuyen a la economía de la familia por el trabajo infantil, que no es menor, y, posteriormente, cuando los padres envejecen, ellos se vuelven el sustento de la familia”, agrega. 

Este panorama es diferente en países desarrollados, donde los niños ya no son “económicamente necesarios” para las familias. Además, en estas naciones hay factores que tienen que ver con las normas familiares, donde se busca una mejor calidad de vida para los hijos, mismos que abandonan el hogar antes de alcanzar la mayoría de edad, y a valores sociales, como los métodos anticonceptivos, el acceso a servicios de salud y la participación, cada vez mayor, de las mujeres en los mercados laborales.

Además, según datos de las Naciones Unidas, la esperanza de vida en el mundo se sitúa alrededor de los 72.8 años, nueve más que a principios de los 90, y se espera que siga incrementándose hasta llegar a los 77.2 años para la mitad de este siglo.

Composición demográfica está por cambiar

Con los desplazamientos de la población a causa de diversos factores sociopolíticos, como guerras, conflictos internos y hambre, entre otros, se vislumbra que la composición demográfica de los países desarrollados se pueda reconfigurar.

“La composición demográfica de países como Alemania o México, que son muy orgullosos de sus orígenes, de la población nacional o de su etnia, va a dejar de existir como la conocemos; en los próximos 50 años va a cambiar la demografía del mundo. Toda la población adulta pasará a ser sustituida por nuevas generaciones que pueden ser de cualquier origen”, comenta Brambila.

En naciones donde la tasa de natalidad ha ido a la baja, como Alemania, Francia o Italia, no se ha detenido el crecimiento demográfico, esto se debe principalmente a la migración, agrega.

“Estados Unidos, un país más abierto a la migración, también tiene una fecundidad relativamente baja pero, con una mayor diversidad cultural y demográfica, se mantiene estable por los patrones de natalidad de las poblaciones que llegan de otras partes del mundo”, añade.

Por otro lado, se pronostica que los países subdesarrollados podrían comenzar a estabilizar su crecimiento demográfico hacia la segunda mitad de este siglo.

Brambila dice que ante grandes volúmenes de población, los gobiernos tienen la necesidad de planear para hacer frente a varios desafíos, como el económico, que implica considerar otros factores como los niveles de empleo, producción y el comercio interno y externo. Mientras, a la par de promover la generación de riqueza, también tienen que hacer frente a retos como el crecimiento de desigualdades y el impacto ambiental que se genera a partir de las actividades humanas.

“Una ciudad o un país que no tiene la capacidad de hacer planeación urbana y regional, está condenando a su población y a las generaciones futuras, y eso tendrá un impacto mundial”, señala Brambila.

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Autor

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