Para los profesores, saber si una estrategia de enseñanza está funcionando en sus alumnos es invaluable. Conocer cómo está reaccionando su cerebro ante la información que les presentan podría revolucionar la educación.
“A través de neurociencias y tecnologías inmersivas, en el laboratorio podemos analizar qué le está sucediendo a las personas cuando interaccionan con distintos recursos”, dijo Manuel Cebral, profesor investigador de la Escuela de Humanidades y Educación (EHE), Campus Monterrey, y fundador del Neurohumanities Lab.
En el panel Laboratorio de Neurohumanidades: Experiencias y aprendizajes, Cebral, Mauricio Ramírez y Alejandra Ruíz presentaron los avances más recientes de este espacio como parte de las actividades del IFE Conference 2025.
El laboratorio surgió como un lugar en donde la literatura, la lingüística, las neurociencias, la inteligencia artificial (IA) y las tecnologías inmersivas convergen para innovar en educación e impulsar el florecimiento humano.
Este integra dispositivos biométricos, como rastreadores oculares o sistemas de reconocimiento facial, tecnologías de seguimiento en movimiento, como cámaras infrarrojas o térmicas, y computadoras de alta capacidad para evaluar en tiempo real la reacción de las personas ante distintos estímulos.
Las evaluaciones después pueden convertirse en bases de datos y mediciones para ofrecer una retroalimentación basada en evidencia a los profesores. Dependiendo del tipo de datos que se estén analizando, serán procesados con distintos tipos de algoritmos y softwares.
“El proyecto lo hemos armado en parte con tecnologías que hemos creado nosotros mismos”, expresó Cebral.
El Neurohumanities Lab es un espacio inmersivo e interactivo multidisciplinario y multiinstitucional, creado por investigadores del Tec de Monterrey, la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Detectar emociones para mejorar el aprendizaje en los estudiantes
Aunque el espacio lleva relativamente poco tiempo operando –desde 2019–, el equipo ha logrado desarrollar tecnologías originales y publicar artículos de investigación en revistas especializadas en innovación educativa y otras disciplinas.
Un ejemplo de estas creaciones es su casco de mediciones que permite leer en tiempo real las señales cerebrales de un individuo en un ambiente determinado.
“La idea era crear un dispositivo que los estudiantes pudieran usar en el aula, entonces necesitábamos que no fuera intrusivo”, dijo Ramírez, profesor investigador de la Escuela de Ingeniería y Ciencias (EIC), Campus Monterrey, y miembro del Neurohumanities Lab.
El dispositivo funciona con sensores metálicos que están conectados a una computadora y permiten a los investigadores realizar un electroencefalograma (EEG), una examinación que mide la actividad eléctrica del cerebro.
Este fue probado en alumnos para monitorear en tiempo real sus emociones a lo largo de un proceso de aprendizaje de materias de humanidades, como filosofía o literatura.
Las emociones que reconoció fueron admiración, amor, odio, deseo, alegría y tristeza, basándose en medidas de excitación de la actividad cerebral y otros parámetros.
Lo que encontraron es que su sistema –que incluye un software y algoritmos de análisis– tenía una precisión del 94% en detectar emociones, lo cuál es superior al 88% que es reportado en la literatura.
Esta información a futuro podría ayudar a los profesores a monitorear en tiempo real cómo se están sintiendo sus estudiantes y poder hacer modificaciones acorde a esto que impulsen su aprendizaje.
Para los investigadores, lo mejor de todo es que el casco fue desarrollado de la mano de estudiantes.
“Uno de nuestros alumnos construyó su propia impresora 3D y armó el casco con diferentes colores”, explicó Ramírez. “Tenemos estudiantes de pregrado y posgrado con quienes hacemos una investigación robusta, no solamente las cosas locas que se nos ocurren”.
Tecnologías inmersivas para innovar en educación
En colaboración con el Experiencial Classroom, un espacio del IFE Living Lab, el Neurohumanities Lab está trabajando en generar investigación interdisciplinaria que pueda usarse para dar retroalimentación basada en evidencia.
Un ejemplo fue un proyecto con estudiantes que estaban aprendiendo a ser emprendedores. Lo que hicieron fue colocar un dispositivo más sencillo de EEG para medir la actividad cerebral durante un pitch.
“Nos permitió determinar en qué momento era donde el estudiante se sentía más agobiado, si cuando tenía que compartir la necesidad del negocio o cuando daba a conocer cuánto costaba su solución”, contó Ruiz, coordinadora de investigación experimental del IFE Living Lab.
Con la información arrojada por el análisis, los profesores podían darles recomendaciones puntuales sobre el tipo de habilidades en las que tenían que trabajar.
Estas son solo algunas de las formas en que la información recabada por el Neurohumanities Lab puede ser aplicada. También puede ser utilizada para asesorar a desarrolladores de videojuegos o apps, así como personal de salud que necesita usar alguna tecnología como parte de su práctica.
Las tecnologías de realidad extendida como la que desarrollan en el laboratorio también puede ser utilizada con fines terapéuticos en pacientes con estrés postraumático, depresión o fobias.
“Al medir cosas como la temperatura corporal o la sudoración de la piel, tenemos datos que nos dicen cómo está su estado fisiológico y mental”, dijo Ramírez.
De acuerdo con Cebral, en su laboratorio las humanidades y las nuevas tecnologías cobra un rol importante para potenciar el aprendizaje de todo tipo de estudiantes.
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