Mientras la industria global se apresura a digitalizar cada aspecto de sus operaciones, la investigadora Linda Newnes advirtió que hay una pieza que están dejando atrás: las personas. “Puedes tener la mejor tecnología del mundo, pero aun la mejor tecnología que nadie quiere usar, no funciona”, dijo desde el escenario del Tec Science Summit 2025.
Como directora del Centre for People-Led Digitalisation en el Reino Unido, e investigadora en la Universidad de Bath, Newnes trabaja con empresas y manufactureros para ayudarlos a adoptar nuevas tecnologías en sus procesos. Su trabajo ha revelado que el verdadero motor de la transformación digital no es la Inteligencia Artificial o los robots, sino los mismos seres humanos que trabajan con ellos.
En una entrevista con TecScience antes del evento, Newnes compartió un caso donde una empresa redujo su tiempo de entrega de seis semanas a una implementando herramientas digitales básicas. La clave del éxito, explicó Newnes, no fue la complejidad de la tecnología sino el involucramiento de los trabajadores. “Estuvieron involucrados en el proceso desde el principio”, dijo. “Se involucraron, se sintieron empoderados”.
Hacer que las empresas se enfoquen en sus trabajadores tiene sus grandes desafíos. Newnes explicó que uno de los principales obstáculos es la percepción que la digitalización siempre mejora las condiciones laborales. “Imagínate que tú eres un empleado y esa parte del trabajo que están digitalizando es tu parte favorita del trabajo”, dijo en su discurso. “No está mejorando tu trabajo, mas bien te está haciendo menos feliz”.
Tecnología para la neurodivergencia y dignidad
Sus colaboraciones también abordan cómo la digitalización puede crear entornos laborales más incluyentes, especialmente para personas neurodivergentes. En el Reino Unido, entre el 80 y 85% de ese grupo está desempleado o subempleado. “Las personas neurodivergentes quieren trabajar pero no se les está ofreciendo el tipo de trabajo donde pueden tener éxito”, dijo Newnes a la audiencia.
Lo importante es proteger la dignidad de las personas que usan esas tecnologías emergentes. En su discurso, argumentó que esa es una de las partes claves que la industria muchas veces deja por un lado. Newnes compartió una anécdota de su propia vida para transmitir su mensaje: ella tiene artritis en sus manos, lo cual causa que estén dobladas. “Nunca van a estar planas”, compartió con la audiencia. Cuando viaja a Estados Unidos y pasa por aduanas, le piden que aplana su mano para poder tomar sus huellas al entrar.
Explica que hay veces que la dejan pasar sin huellas, otras que tiene que someterse a controles secundarios, pero siempre la obligan a intentar lo imposible. “Ni mi cirujano me puede aplanar la mano, no creo que ellos vayan a poder”, dijo. Este ejemplo encapsula un problema más amplio en los avances digitales: “Digitalizamos un sistema que no ayuda a mi dignidad”, dice Newnes. Por esa razón, su trabajo siempre prioriza las necesidades humanas y laborales.
Al reflexionar sobre el futuro del trabajo en las próximas décadas, Newnes visualiza un enfoque más equilibrado y colaborativo: “Me gustaría ver una fuerza laboral que trabaje con la tecnología, que sea parte de su equipo en lugar de que se lo impongan”, Newnes dijo. Para ella, esa visión es posible si la industria es honesta y realista con que partes de sus procesos tienen que ser digitalizadas y cuales benefician de un toque humano.
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