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4 claves para intensificar la lucha contra el cambio climático y la participación del Tec en la COP-29

La delegación del Tec habló sobre colaboración con otras universidades e investigación aplicada.
imagen de dos personas sosteniendo el mundo
La universidad presentó cómo aplica la investigación. (Ilustración: Getty Images)

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP-29) concluyó la semana pasada en la ciudad de Bakú, capital de Azerbaiyán. Durante las negociaciones, los países acordaron un plan financiero de 300,000 millones de dólares para ayudar a las naciones en desarrollo a hacer frente a los crecientes costos del calentamiento global, pero el lento ritmo del progreso, con las emisiones globales aún en aumento, ha generado tensiones y pedidos de reformas.

En esta columna −que publicamos a continuación− Nuno Fernandes, profesor de Dirección Financiera, IESE Business School de la Universidad de Navarra, explica cómo podrían mejorar estas conversaciones y sus resultados.

Además, te contamos sobre la participación de Tec de Monterrey durante esta importante reunión.

Claves para mejora las cumbres climáticas, según Nuno Fernandes

La conferencia sobre el clima COP-29 de las Naciones Unidas ha llegado a un final polémico, ya que los países ricos se comprometieron a movilizar 300,000 millones de dólares anuales para 2035 para ayudar a los países más pobres a combatir el cambio climático, el triple de los niveles actuales de financiación, pero muy por debajo de lo que esperaba el mundo en desarrollo. Los delegados de 190 países trabajaron horas extra para evitar irse de Bakú con las manos vacías.

Según el acuerdo, las naciones ricas pagarán de una variedad de fuentes, incluidos los gobiernos, así como acuerdos bilaterales y multilaterales. El acuerdo también reafirmó los compromisos de la COP28, que incluían triplicar la energía renovable, duplicar la eficiencia energética y abandonar los combustibles fósiles.

El objetivo actual de 100,000 millones de dólares al año expirará en 2025, por lo que establecer un nuevo objetivo fue uno de los mandatos clave de la COP29. Antes de la conferencia de Bakú, había un acuerdo general en que la profundización de la crisis climática exige una mayor inversión financiera, pero las estimaciones de cuánto oscilaban entre 200,000 millones y 1.3 billones de dólares al año.

Sin embargo, la inversión nacional es solo una parte de la historia: la lucha contra el cambio climático también exige un nivel sin precedentes de cooperación internacional entre los intereses privados, los bancos de desarrollo y los mercados de carbono.

A continuación se presentan cuatro formas clave en las que el mundo puede intensificar la lucha contra el calentamiento global más allá de los confines de la COP29.

Cuatro claves para intensificar la lucha contra el cambio climático

    1.Fomentar la inversión privada

    El acuerdo final de la COP29 deja claro que los fondos públicos solo servirán hasta cierto punto para financiar la transición verde. Existe una creciente necesidad de capital privado.

    Pero uno de los pasos clave para movilizar financiación privada a gran escala es la estandarización y la convergencia. Esto puede sonar engañoso en un contexto político que parece cada vez más fracturado, pero para que las instituciones financieras y los mercados apoyen la financiación climática, tienen que saber en qué se están metiendo.

    Establecer esas definiciones es tarea de los bancos centrales, los organismos de normalización, los reguladores y las bolsas de valores. La coordinación a este respecto debe mejorar drásticamente y rápidamente.

    2. Luchar contra el lavado de imagen ecológico

    Necesitamos mejorar los estándares globales para contrarrestar el lavado de imagen ecológico, es decir, el marketing que convence a los consumidores o inversores de que una empresa está más preocupada por el medio ambiente de lo que realmente está.

      Si bien los mercados de capitales son globales, funcionan dentro de marcos fragmentados que socavan su eficacia. Esto ha llevado a un aumento del lavado de imagen ecológico, ya que las empresas y los inversores operan con pautas vagas o inconsistentes: palabras como “respetuoso con el medio ambiente” o “verde” pueden tener diferentes connotaciones legales o culturales en diferentes lugares del mundo.

      La taxonomía verde de la Unión Europea es un paso en la dirección correcta, ya que ofrece transparencia que ayuda a prevenir el lavado de imagen ecológico y alinea la inversión con esfuerzos genuinos de sostenibilidad.

      3. Estandarizar los créditos de carbono

      Las acciones y los bonos son universales, pero los créditos de carbono no lo son. Dependen del país, porque cada país establece sus propios Sistemas de Comercio de Emisiones y les asigna un precio acorde a ellos.

        La fijación fragmentada de precios del carbono es una barrera importante para la acción climática global. Si bien el daño económico de las emisiones se comparte globalmente, los precios del CO2 varían ampliamente según el país, y esta fijación fragmentada de precios socava la eficacia de la financiación climática. También complica el comercio global, la inversión y las estrategias de reducción de emisiones.

        Un estándar global para la fijación de precios del carbono mejoraría la coordinación, reduciría las distorsiones del mercado y facilitaría la inversión transfronteriza.

        Esto no es solo una cuestión ética, sino también una cuestión de practicidad. Sin un enfoque equilibrado, la resistencia pública en las regiones dependientes de los combustibles fósiles será enorme, lo que ralentizará o detendrá el progreso por completo.

        Estos gobiernos deben poder invertir en la capacitación, el desarrollo comunitario y la infraestructura que respalden los medios de vida alternativos, asegurando que los más afectados por el cambio a una economía verde no se queden atrás.

        4. Involucrar a los bancos de desarrollo

        En el pasado, instituciones como la Organización Mundial del Comercio fueron fundamentales para promover el comercio durante el auge de la globalización, y los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) pueden cumplir una función similar hoy en día para la financiación climática.

          Los BMD, como el Banco Mundial y el Banco Europeo de Inversiones, están en una posición única para actuar como coordinadores de la financiación climática, mitigando el riesgo y movilizando la inversión privada.

          A través de procesos estructurados, distribución de riesgos y mejoras crediticias, los BMD ejercen un efecto multiplicador que atrae capital privado para proyectos climáticos que de otro modo podrían considerarse demasiado riesgosos. Al aprovechar sus alianzas, estos bancos pueden liderar cambios transformadores, poniendo en común el capital público y privado para ampliar la financiación climática de una manera que las intervenciones gubernamentales tradicionales por sí solas no pueden lograr.

          Ampliar la financiación climática transfronteriza es en interés de los países desarrollados, dados los riesgos económicos que enfrentan. Los precios armonizados del carbono y la implementación de normas ecológicas sólidas reduce las ineficiencias y genera confianza. Los bancos multilaterales de desarrollo, con su efecto multiplicador, pueden movilizar capital privado a gran escala. Estos pilares no son idealistas sino prácticos, ya que alinean los intereses nacionales con las necesidades globales. (The Conversation)

          Paola Visconti, Perla Martínez y Valeria Soto del Tec de Monterrey. (Foto: Cortesía)

          El Tec presente en la COP-29

          La comunidad del Tec de Monterrey participó en la COP-29 con una delegación conformada por Paola Visconti, directora de Desarrollo Sostenible y Vinculación; Valeria Soto, coordinadora de Evaluación e Integración de Iniciativas; Sebastián Gradilla, director asociado del Departamento Regional de Tecnologías Sostenibles y líder del Eje de Investigación de Ruta Azul; y Perla Martínez, gerente de Operaciones del Centro para el Futuro de las Ciudades.

          “Cada uno tuvo un rol único en la COP: Perla hablando desde el eje de las ciudades y el poder de transformación de las universidades en las mismas y Sebastián representando este acercamiento de investigación aplicada. Valeria y yo participamos desde una perspectiva de alianzas, recalcando el rol de las universidades en movilizar la acción climática y asegurando la presencia y voz de instituciones educativas”, explicó Visconti.

          La delegación destacó los esfuerzos durante esta edición para la creación de espacios de escucha y conexión con el objetivo de unir voces y esfuerzos junto con aliados como las instituciones de educación superior de la región.

          “Se trata de promover y nutrir el talento con conciencia de justicia climática, de formar una comunidad preparada para esta gran transformación, esta transición hacia fuentes de energías renovables y restauración de los ecosistemas”, dijo Martínez.

          Además del trabajo continuo con redes como Network for Network, Visconti también señaló el interés mostrado por estudiantes que además de interesarse en asistir a este tipo de encuentros, también crean sus propios proyectos de investigación, innovación y difusión.

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