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Kim Wilcox: la investigación debe ser incluyente

El canciller de la Universidad de California en Riverside señala la importancia de abrir oportunidades no solo a los privilegiados.
Ilustración de Kim Wilcox
Explica que debería existir una mayor apertura de las universidades para alumnos que no pueden costear su educación. (Foto: Cortesía, Ilustración: Blair Frame)

La Universidad de California en Riverside (UC Riverside) destina más de 5,000 millones de dólares de su presupuesto a investigación, alrededor de una décima parte del total invertido en ese rubro en Estados Unidos.

Kim Wilcox, canciller de la Universidad de California en Riverside (UCR) no se muestra preocupado por el presupuesto sino en otro problema que considera más urgente: la educación y la investigación tienen un problema de inclusión. 

Dice que las universidades no tienen el espacio y capacidad suficiente −o a veces la disposición− para brindar oportunidades a jóvenes talentosos que no tienen recursos ni medios para estudiar, no solo en la Universidad de California, sino incluso en cualquier universidad del mundo. 

Las millones de personas que se quedan sin poder acceder a una carrera profesional también pierden la oportunidad de generar cambios en la sociedad, en sus comunidades y en sus familias.

“Si no cambiamos nuestras universidades y continuamos dando lugar únicamente a los privilegiados no solo hacemos que se pierdan sus futuros, sino que disminuimos nuestro propio futuro”, dice Wilcox.

Universidad incluyente

Kim Wilcox explica, durante su charla en el Congreso Internacional de Innovación Educativa (CIIE 2023) del Tec de Monterrey, que debería existir una mayor apertura de las universidades para alumnos que no pueden costear una educación universitaria, pero que tienen el talento para estudiar y generar impacto social en sus comunidades. 

Estas iniciativas son cada vez más comunes, como pasa en UC Riverside, en donde existe una mayoría de estudiantes de color y estudiantes pobres que aplican a apoyos del gobierno ya que no tienen el dinero suficiente.

Este fenómeno ha hecho que la UCR aumente sus cifras de graduados; también que sea una de las universidades con mayor movilidad social, es decir, que sus alumnos pasen de una clase social a otra superior y una de las mayor reconocidas en investigación.

Otras universidades como el Tec de Monterrey tiene un programa llamado Líderes del Mañana en el que se dan becas del 100% del valor de una carrera para que jóvenes talentosos sin recursos puedan estudiar una carrera universitaria. 

Esta inclusión no solo impacta en la vida de los alumnos y en los empleos que consigan en un futuro sino que también tiene consecuencias en la sociedad. 

Casi una décima parte de toda la investigación realizada en Estados Unidos proviene de alrededor de 30,000 investigadores de UCR y de sus programas de inclusión.

Sin embargo, una de las desventajas actuales de la educación y la investigación, es que, aunque existan algunas universidades que adopten y apliquen estas iniciativas, la gran cantidad de aspirantes universitarios se quedan fuera de estas.

“Nos va bien y lo estamos haciendo bien, sin embargo, solo podemos hacerlo para nuestros 27,000 estudiantes. Eso no va a cambiar el mundo”, indica Wilcox.

Ilustración de libros apilados con escaleras a su costado
Millones se quedan sin acceso a una carrera profesional y pierden la oportunidad de generar cambios sociales. (Foto: Cortesía, Ilustración: Blair Frame)

La investigación y el impacto en la sociedad

Wilcox sugiere hacer lo mismo que hicieron los científicos que trabajaron en el proyecto Manhattan, con el cual se creó una de las armas de destrucción masiva más grandes de la historia.

Pero, en este caso, la idea no es crear una bomba atómica, sino grupos de trabajo de diferentes instituciones, con el talento de investigadores trabajando en conjunto para impulsar la educación e investigación, empoderando a los profesores y haciendo la ciencia más incluyente.

Una manera de hacerlo es mediante la cultura, donde todos estén comprometidos con el éxito de los estudiantes y con la diversidad dentro de sus escuelas, lo que atrae a más universitarios.

“Tenemos decanos, miembros de facultades y hasta un Premio Nobel que me dijo que llegó a UCR por los estudiantes. Si creas una cultura, la gente es atraída y no solo los estudiantes, también los profesores y colaboradores”, señala Wilcox. 

A la fecha, UCR cuenta con más de 23,000 profesores incluyendo a 64 Premios Nobel, 89 acreedores de la beca MacArthur y 38 ganadores del Premio Pulitzer.

La UCR también ha hecho esfuerzos para crear un mecanismo en que los alumnos entren a programas de investigación que sean de su interés, buscando que generen soluciones a problemáticas reales, trabajando con profesores destacados. 

“Tenemos a alumnos de familias que tienen muy poco dinero trabajando con profesores reconocidos mundialmente. Ellos se emocionan y los profesores tienen estudiantes comprometidos”.

Expandiendo la inclusión en las universidades

Este mecanismo en el que juegan un papel importante los profesores, la cultura y la inclusión de estudiantes de diversos ámbitos socioeconómicos puede generar resultados positivos, sin embargo a una velocidad baja. 

Si UCR aumentara la cantidad de alumnos en 1,000, aún sería insuficiente para dar espacio a los más de 20 millones de jóvenes de entre 16 y 19 años que reportaba el sitio Statista en 2021.

Wilcox señala que contar los resultados de la UCR no es para presumir o señalar lo bien que han trabajado, sino para inspirar a otras universidades y asegurar que existen maneras de lograrlo. 

Una manera de hacerlo es mediante alianzas entre universidades en México y Latinoamérica y desde espacios tanto públicos como privados.

La Triada, por ejemplo, es una alianza entre las 3 universidades no gubernamentales mejor clasificadas en LATAM: El Tec de Monterrey en México, la Universidad de los Andes en Colombia y la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Otra manera es el impulso a los programas como los de UCR o Líderes del Mañana en el Tec de Monterrey que buscan incluir al talento en los programas educativos. 

“Tenemos que trabajar en escalar estos programas. Mantenerlos solamente en una universidad a la vez no es ni será suficiente”, dice.

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Autor

Asael Villanueva