¿Cómo pueden la tecnología y la educación coexistir en armonía durante el aprendizaje? En promedio, los niños y jóvenes utilizan la computadora para aprender unas 200 horas al año, sin embargo, usan el mismo equipo para consumir pasivamente contenido multimedia que cambia rápidamente durante unas dos mil horas en ese periodo, expuso el neurocientífico Jared Cooney durante su conferencia en el IFE Conference 2025.
“La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) afirmó hace algunos años que las personas que usan computadoras con frecuencia para aprender tienen peores resultados en la mayoría de las áreas de aprendizaje”, dijo el también educador y autor del libro Stop Talking, Start Influencing: 12 Insights from Brain Science to Make Your Message Stick.
En su conferencia Del laboratorio al aula: ¡Tecnología, IA y el cerebro! Cooney asumió un rol crítico ante el uso de tecnología en la educación y comentó que hay varios estudios que han descubierto que las computadoras no siempre ayudan a los estudiantes a mejorar las calificaciones ni los puntajes en exámenes.
Entonces, ¿cuál es la manera correcta de usar la tecnología en el aula? El experto comentó que, si queremos que la tecnología funcione en la educación, la clave no es diseñar el aprendizaje para adaptarlo a la tecnología, sino diseñar la tecnología para adaptarla al aprendizaje.
Multitarea: el reto con las computadoras al aprender
Cooney consideró que la batalla entre el aprendizaje y la tecnología se complicó en el momento en que las computadoras entraron a los hogares y los niños empezaron a usarlas para todo, menos para aprender.
Una confusión común con el uso de computadoras tiene que ver con un concepto llamado función primaria. Cooney ejemplificó que es como cuando una persona ve un martillo y lo primero que piensa es en utilizarlo para golpear un clavo. Así los estudiantes no ven a los ordenadores como una herramienta con fines educativos, sino más bien de entretenimiento y consumo pasivo.
Por otro lado, el experto asoció el consumo de contenidos multimedia que cambian rápidamente con el concepto de multitarea en el cerebro. “No es una cuestión de habilidad. No existe un solo ser humano que pueda realizar múltiples tareas”.
Esto se relaciona directamente con uno de los principios de aprendizaje ligado con la memoria: la atención. Cuando el cerebro determina que una información es relevante permite que ingrese, mientras lo irrelevante quedará bloqueado; entonces, la multitarea no es una habilidad, sino una limitación.
Cuando el cerebro registra incertidumbre ante el cambio –entre aplicaciones, actividades, videos y otros contenidos–, descarta toda la información entrante de los últimos segundos. Por eso cuando realiza múltiples tareas, irá más lento y disminuirán su precisión y memoria de manera significativa, lo que se puede reflejar en distracción y falta de concentración.
La tecnología entonces, agregó, debe ser intencional. Es decir, que los dispositivos se utilicen únicamente para una tarea específica sin estar alternando entre varias acciones.
Regresar con tecnología a las bases del aprendizaje
Cooney mencionó que la tecnología puede funcionar cuando se diseñan herramientas que se adaptan al estudio. Por ejemplo, enfocadas en procesos de aprendizaje profundo y los principios de las maneras de aprender de los humanos.
Uno es el “recall” o recuperación activa de la información que promueve la creación de recuerdos profundos y la manera en la que el cerebro accede a ellos de manera repetitiva. Es decir, se puede utilizar la tecnología para recordar y consolidar información, no solo para acceder a ella.
Cuanto más se accede a los recuerdos, se extraen y se utilizan, más profundos, duraderos y fáciles de recordar van a ser. Por ejemplo, los jingles de radio que las personas escuchan una y otra vez, y terminan tarareándolas en su cabeza.
Hoy, al estudiar, los alumnos utilizan la tecnología para hacer revisiones pasivas de información, como ver una conferencia o leer notas, pero se necesita que interactúen con ella para que ese contenido se convierta en un recuerdo profundo y permanezca en su memoria.
Otro principio es que el texto escrito no se mezcla con la palabra hablada. La parte lingüística del cerebro que procesa la visión se activa mientras las personas leen en silencio y hace que en su cabeza se escuchen a sí mismas, como si hablaran en voz alta, lo que dificulta escuchar una fuente de audio externo.
El experto explicó que se forma un “cuello de botella neurológico” porque el cerebro no puede procesar dos fuentes de sonido al mismo tiempo. Por eso, cuando la tecnología ofrece contenido multimedia y se combina voz con texto se perjudica el aprendizaje.
No hay contenido perfecto, hay profesores perfectos
Incluso con la integración de tecnologías como la inteligencia artificial, Cooney dijo que la mayoría de lo que las personas buscan cuando se trata de aprender proviene de las relaciones humanas.
“Al tener la opción de aprender con una máquina que te brinda la mejor información, con la mejor pedagogía en el momento que necesitas o de aprender con alguien que te agrada, siempre aprenderás más de la persona que te agrada que del sistema perfecto”, dijo.
La empatía es un factor clave en el aprendizaje y es algo que no se puede replicar con tecnología, dijo Cooney. Los estudiantes aprenden más y mejor cuando les agradan sus profesores y pueden conectar con ellos.
Además, cuando los desarrolladores han intentado humanizar la tecnología puede fracasar porque los estudiantes se dan cuenta que no es algo auténtico, por ejemplo, los chatbots educativos no han podido reemplazar la interacción humana real.
Por otro lado, cuando la tecnología se aplica en el aprendizaje, funciona mejor cuando es controlada y guiada por los profesores y no directamente por los estudiantes; de esta manera se convierte en una herramienta de enseñanza más que de aprendizaje.
“Hemos estado haciendo educación básicamente igual durante dos mil años. La razón por la que existe desde hace tanto tiempo es porque funciona. No podemos abandonar lo que funciona porque surge algo nuevo. Podemos usarlo para complementar, pero no podemos para reemplazar”, concluyó Cooney.
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