Este 2024, nuevos estudios han revelado datos sobre la influencia de lo que comemos en nuestra salud a largo plazo. Por ejemplo, en abril, científicos chinos publicaron una investigación que explica que una dieta antiinflamatoria puede reducir el deterioro cognitivo hasta en 21%. Otro paper de mayo, señala que las dietas keto consumidas por períodos largos pueden acelerar el envejecimiento de las células de nuestros órganos, aumentando el riesgo de enfermedades cardíacas, renales y cáncer. Pero, ¿la dieta puede cambiar también nuestro sistema inmunológico?
Un artículo publicado este mes en la revista Nature hace un recuento de las recientes investigaciones enfocadas en la relación entre la dieta y el sistema inmune, dado que en los últimos años este binomio ha sido el favorito del marketing para vender productos que supuestamente mejoran la salud de los compradores, aunque no siempre tienen una evidencia científica que los respalde.
La falta de evidencia científica rigurosa, en parte se debe a la complejidad que implican los estudios que documenten de forma efectiva lo que comen las personas y logren llevar un registro de su salud a largo plazo, además, este tipo de investigaciones suelen ser costosas. En cuanto a las pruebas con animales, los resultados no siempre son claros o aplicables al 100% en humanos.
¿Cómo se aborda la relación entre la dieta y el sistema inmune?
El artículo de Nature explica que tradicionalmente, los científicos de la nutrición enfocaron sus estudios en los impactos a largo plazo de las dietas mediterráneas u occidentales, pero actualmente cuentan con herramientas para investigar sus efectos a corto plazo e incluir grupos de alimentos más restringidos. Asimismo, durante los últimos cinco años, los investigadores también han hecho un abordaje desde la relación de la dieta con el sistema inmune y sus resultados están comenzando a atraer atención y financiamiento.
“En abril, el New England Journal of Medicine lanzó una serie de artículos de revisión sobre nutrición, inmunidad y enfermedades, y en enero, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos celebró su primera cumbre Food is Medicine en Washington DC, que exploró los vínculos entre la inseguridad alimentaria, la dieta y las enfermedades crónicas”, menciona el texto publicado este mes.
Sobre la relación dieta–sistema inmunológico, el artículo señala que un grupo de investigadores sustentan que las dietas modernas, especialmente las del mundo occidental, han mermado nuestra resiliencia inmunológica. Sin embargo, otros son más optimistas y ven en la dieta una oportunidad para tratar una variedad de problemas de salud como cánceres y trastornos inmunológicos crónicos como el lupus.
“Estamos aprendiendo mucho más sobre cómo se puede modular el sistema inmunológico con componentes individuales o combinaciones de componentes alimentarios”, dice el inmunólogo Francesco Siracusa del Centro Médico Universitario de Hamburgo-Eppendorf en Hamburgo, Alemania, quien entrevistado por Nature agrega: “el florecimiento del campo de la nutrición personalizada en los últimos cinco a seis años es muy emocionante”.
Con relación a la nutrición personalizada, en una reciente entrevista con TecScience, Ski Chilton, el investigador que dirige el Centro de Nutrición y Bienestar de Precisión de la Universidad de Arizona y quien forma parte de la iniciativa Faculty of Excellence del Tec de Monterrey, explicó que este tipo de enfoque de precisión comenzó con la búsqueda de nuevas opciones para el tratamiento del cáncer.
“Actualmente, la precisión ha aumentado drásticamente en todas las áreas de la medicina, se ha incrementado en la nutrición, en el wellness, pero primordialmente se refiere a la capacidad de tomar inmensas cantidades de datos —genómicos, metabolómicos, clínicos—, obtener muchas, muchas millones de entradas e introducirlas en algoritmos de aprendizaje automático o algoritmos de inteligencia artificial (IA) que nos permitan individualizar la atención médica para cada persona.
¿Qué tipo de investigaciones abordan el binomio dieta-sistema inmunológico?
Este binomio ha sido explorado por los médicos desde la antigua Grecia, sin embargo, en la última década una mayor disponibilidad de técnicas ómicas ha permitido a los científicos comprender mejor los mecanismos por los cuales las dietas, y los distintos elementos que las componen, afectan al sistema inmunológico.
Las investigaciones retomadas por el artículo de Nature se relacionan con las siguientes temáticas:
OBESIDAD. Steven Van Dyken, inmunólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, Missouri, ha centrado sus investigaciones en la respuesta inmunitaria que suele desencadenarse por alérgenos y parásitos, para ver si podría ayudar a regular el metabolismo.
“Él y otros habían observado anteriormente cómo un tipo de fibra dietética llamada quitina, que es abundante en hongos, crustáceos e insectos comestibles, activa esta respuesta inmunitaria, conocida como inmunidad de tipo 2. Van Dyken y su equipo se preguntaron qué efecto podría tener una dieta rica en quitina sobre el metabolismo, entonces, alimentaron a ratones con esa dieta y observaron que sus estómagos se estiraban mucho más que los de los ratones con una dieta normal”, detalla Nature.
Sobre los resultados agrega: “El estiramiento activó la inmunidad de tipo 2, que a su vez puso en marcha una enzima que digiere quitina, pero impedir que esta enzima funcionara tuvo ventajas notables: los ratones que fueron modificados genéticamente para que no pudieran producir la enzima ganaron menos peso, tenían menos grasa corporal y una mejor sensibilidad a la insulina que los ratones normales cuando ambos fueron alimentados con quitina 1”.
Además, la quitina también provocó aumentos en los niveles de péptido similar al glucagón-1 (GLP-1), la hormona que imitan Ozempic (semaglutida) y otros medicamentos similares para perder peso, que ayuda a suprimir el apetito. Por lo tanto, ajustar la relación entre la quitina, la inmunidad y la salud (por ejemplo, reduciendo los niveles de la enzima que la digiere) podría orientar el desarrollo de terapias como los fármacos supresores del apetito.
“Investigaciones anteriores han demostrado que la quitina puede activar respuestas inmunitarias humanas similares”, afirma Van Dyken. Ajustar estas respuestas inmunitarias utilizando quitina y la enzima podría “representar un objetivo terapéutico para enfermedades metabólicas como la obesidad”, señala. Actualmente, el investigador ya ha solicitado la patente relacionada con el uso de la quitina y la enzima en terapias para enfermedades respiratorias y metabólicas.
PSORIASIS. Cabe mencionar que esta es una enfermedad autoinmune en la que las células de la piel se acumulan en parches secos y escamosos. Varias investigaciones ya habían demostrado que las dietas ricas en grasas impulsan la psoriasis a través de una mayor activación de las células inmunes que causan inflamación.
Sin embargo, en un nuevo estudio, el inmunólogo Chaoran Li, de la Facultad de Medicina de la Universidad Emory en Atlanta, Georgia, y su equipo, utilizaron la secuenciación de ARN e inventariaron las células inmunes de la piel en ratones delgados y encontraron una población de células T que normalmente mantienen bajo control la inflamación que causa la psoriasis 2.
Pero “cuando buscaron las mismas células en ratones obesos con una dieta rica en grasas, encontraron niveles mucho más bajos, junto con una inflamación psoriásica elevada. Al buscar datos de estudios de células tomadas de personas con psoriasis, Li también encontró las mismas células alteradas que en los ratones”, describe Nature. Aunque esta investigación sigue en proceso, Chaoran Li espera que su trabajo ayude a mejorar los tratamientos para la enfermedad.
ESCLEROSIS MÚLTIPLE. Es importante mencionar que, de acuerdo con Nature, diversos estudios relacionan el ayuno con menores riesgos de hipertensión, aterosclerosis, diabetes y asma, sin embargo, algunos investigadores piensan que pueden tratar a las personas con estas enfermedades sin necesidad de que coman menos. Aquí es donde entran los papers de Cheng Zhan, un neurocientífico de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China en Hefei.
Zhan quería investigar un grupo de neuronas en el tronco encefálico que ayuda a regular el sistema inmunológico, para ver si manipulándolas podía obtener el efecto deseado. En un artículo publicado en enero, el investigador chino y su equipo demostraron que estas neuronas se activaban en ratones en respuesta al ayuno y que hacían que las células T se retiraran de la sangre, el bazo y los ganglios linfáticos a su reservorio central, la médula ósea.
Este estudio también utilizó un modelo de ratón de la enfermedad autoinmune esclerosis múltiple para demostrar que la activación continua de estas neuronas aliviaba significativamente la parálisis, impedía la pérdida de peso relacionada con la enfermedad y aumentaba la supervivencia. Zhan dice que hallazgos como estos podrían permitir a las personas aprovechar los beneficios del ayuno, sin pasar hambre. «Estas neuronas se pueden activar con estimulación eléctrica, pequeñas moléculas u otras actividades», dice.
¿Incluir el ayuno en nuestra dieta puede mejorar nuestro sistema inmune?
Si bien la evidencia registrada durante la última década respalda el ayuno como terapia, Nature cita nuevos estudios en los que al reducir las calorías en nuestra dieta podrían desatarse efectos perjudiciales, entre ellos un debilitamiento de la respuesta inmunitaria.
Un estudio publicado en 2023 por Filip Swirski, inmunólogo de la Escuela de Medicina Icahn del Monte Sinaí de la ciudad de Nueva York, y sus colegas registraron una reducción del 90% en los monocitos que circulaban en la sangre de ratones en ayunas, y un aumento de estas células en la médula ósea, donde se producen.
Cuando se alimentó a los ratones después de ayunar durante 24 horas, los monocitos volvieron a fluir a la sangre en cantidades inusualmente grandes, lo que provocó monocitosis, una afección que suele asociarse con enfermedades infecciosas y autoinmunes.
Estos monocitos post ayuno también vivieron más de lo normal y tuvieron un umbral más bajo de lo habitual para desencadenar la inflamación. Cuando los investigadores infectaron a los ratones que habían ayunado con Pseudomonas aeruginosa, una causa común de neumonía bacteriana, los animales murieron antes y en mayor número que los controles que no ayunaron.
Swirski cree que el cuerpo conserva su reserva de monocitos como mecanismo de protección mientras las reservas de energía son bajas, pero si el ayuno es prolongado, los costos pueden superar los beneficios. Sin embargo, el propio investigador reconoce que es necesario realizar más estudios para comprender mejor las implicaciones de su investigación en humanos.
Además del ayuno prolongado, los cambios drásticos en nuestra alimentación también pueden impactar en nuestro sistema inmunológico, algo que ha estudiado Francesco Siracusa del Centro Médico Universitario de Hamburgo-Eppendorf en Hamburgo, quien ha investigado las “dietas festín”, una tendencia que busca exceder el consumo de alimentos ricos en grasas y densos en energía.
El estudio de Siracusa y sus colegas consistió en alimentar a ratones con una dieta “permisiva”, baja en fibra y alta en grasas, durante tres días, luego volvieron a una dieta normal por otros tres días, antes de repetir el ciclo. Este cambio a la dieta alta en grasas suprimió la inmunidad e hizo que los ratones fueran más susceptibles a infecciones bacterianas. Además, redujo el número y socavó la función de ciertas células T que ayudan al cuerpo a detectar y memorizar patógenos.
Adicionalmente, pruebas posteriores mostraron que la falta de fibra afectó al microbioma intestinal, que generalmente apoya a las células T. “Me sorprendió que cambiar la dieta durante sólo tres días fuera tiempo suficiente para ver estos efectos dramáticos en las células del sistema inmunológico adaptativo”, le dice Siracusa a Nature.
Aunque Siracusa ha hecho pruebas de su estudio en seis voluntarios humanos, con efectos similares en las células T, el investigador señala que aún faltan muchas pruebas por hacer y el trabajo en ratones solo puede proporcionar pistas de lo que sucede en los seres humanos.
¿Te interesó esta historia? ¿Quieres publicarla? Contacta a nuestra editora de contenidos para conocer más marianaleonm@tec.mx.