¿Te imaginas que al jugar un videojuego con gafas de realidad virtual pudieras aprender sobre cómo manejar la logística de una empresa o mejorar tus capacidades de negociación y pensamiento crítico? Todo, mientras te diviertes y avanzas niveles, eso son los serious games.
Estas tecnologías no solo existen para entretenimiento, pues hay investigadores que confían en su potencial para la educación. Son los serious games (o juegos serios) para desarrollar competencias concretas como aprender idiomas, conocimientos técnicos en áreas laborales o habilidades blandas como negociación y liderazgo.
Los serious games tienen la cualidad de combinar la diversión con un propósito educativo y se presentan en diferentes formatos. Los videojuegos son uno de los mejores ejemplos y pueden ser simuladores, juegos de mesa o actividades de competencia en las aulas.
“La humanidad ha aprendido jugando desde siempre; desde que nacemos, lo hacemos a través del juego simbólico y de ahí se desarrolla el comportamiento social y la capacidad de aprender. Es un potencial que tenemos a nivel humano y hay que aprovechar. El disfrute del aprendizaje tiene que formar parte del diseño de la enseñanza y los juegos serios ayudan a eso”, comenta Virginia Rodés, investigadora en Lifelong Learning en el Innovation Hub Europe, del Institute for the Future of Education (IFE).
Se les llama juegos serios porque, aunque ofrecen diversión, entretenimiento y otras emociones vinculadas al juego, su objetivo principal tiene fines educativos y se vincula a prácticas que promueven el aprendizaje experiencial y autodirigido, dice la investigadora. Rodés ha estudiado el potencial de estas plataformas y ha colaborado en el desarrollo de proyectos que aprovechan tecnologías como realidad virtual, simulaciones y entornos digitales.
La diferencia entre gamificación y los serious games
A diferencia de la gamificación, donde se aplican prácticas lúdicas o mecánicas de juego en procesos de enseñanza sin que necesariamente sea uno –según Ernesto Armando Pacheco, investigador del IFE y profesor de la Escuela de Ingeniería y Ciencias– en los serious games hay una narrativa estructurada y un entorno digital o físico que se diseña específicamente para el aprendizaje.
Pero no solo es aprender, estas plataformas también promueven la retención de la información y el compromiso del alumnado.
En un estudio, ambos investigadores analizaron los atributos clave de los juegos serios y evaluaron la calidad de experiencia de los estudiantes con la escala EGameFlow que mide ocho dimensiones como: concentración, claridad de objetivos, retroalimentación, desafío, autonomía, inmersión, interacción social y mejora del conocimiento.
Una encuesta realizada a 255 alumnos sobre su participación en un juego de simulación logística reveló que los atributos con mayor valoración fueron la mejora del conocimiento, es decir, la capacidad del juego para potenciar el aprendizaje y la comprensión de un tema; la concentración y la interacción social, vinculada a la colaboración y competición entre los usuarios.
La construcción de un serious game: el caso LOST
Pacheco, quien ha creado dos juegos, recuerda que el primero de ellos, LOST, nació en 2008 cuando deseaba que sus estudiantes de ingeniería aprendieran sobre pronósticos de demanda. Primero, ideó en una hoja de cálculo cómo podrían ser las características de determinados artículos; poco a poco, al paso de los años y con ayuda de estudiantes y aliados, logró convertir la información en una experiencia donde los usuarios juegan a ser gerentes de una fábrica de balones.
En 2015, su simulador logístico fue galardonado en dos categorías del QS Reimagine Education Awards. A partir de ahí nació también la plataforma GOAL (Generando Oportunidades de Aprendizaje en Logística), donde miles de usuarios usan este y otro juego llamado PRO GAME, sobre habilidades en producción.
Además, se creó una herramienta para que sean los mismos profesores quienes puedan generar sus juegos para el aprendizaje en logística.
Aplicaciones de los serious games
Los serious games buscan que los usuarios estén inmersos en un ambiente virtual o imaginario, a través de narrativas que emulan la realidad y dinámicas de juego y a la vez mantener la vinculación con el mundo físico, una combinación difícil de conseguir en las aulas, comenta Rodés.
“Es la posibilidad de experimentar sin riesgos, especialmente en las simulaciones. Puedo probar, me puedo equivocar y volver atrás; o ver qué pasa si hago tal cosa y no tiene consecuencias drásticas que impacten en mi desempeño. Los estudiantes valoran mucho la posibilidad de equivocarse, volver a jugar otro turno y aprender sin riesgo”, dice la investigadora.
Rodés ve a los juegos serios como herramientas para la educación formal en diversos niveles, pero también para el aprendizaje en ambientes profesionales, como capacitación en espacios de trabajo, formación continua del personal en las empresas y creación de emprendimientos. También, con simulaciones para tomas de decisiones en prácticas en medicina, manejo de emergencias y en ambientes de ingeniería, administración y negocios.
Incluso, hay estudios que evalúan el uso de los serious games para tratar problemas de salud mental, como depresión y estrés.
El reto de diseñar un serious game
Para desarrollar un serious game se requiere la colaboración de un equipo multidisciplinario con expertos en didáctica, tecnología, programación y diseño de experiencias educativas, dice Pacheco. Se deben definir los objetivos y establecer los conocimientos y habilidades que se buscará enseñar.
También, diseñar las mecánicas del juego, que sus reglas sean claras y finalmente determinar las necesidades técnicas para su desarrollo.
Estas herramientas tienen la nobleza de adaptarse a cualquier área de conocimiento y evolucionar con nuevas tecnologías, como Inteligencia Artificial y realidad virtual y aumentada que personalice la experiencia de juego y ofrecer mejores simulaciones.
“Las tecnologías de la información han hecho que los serious games tengan un auge impresionante. Hoy podemos jugar con personas de diferentes países, compartir experiencias y aprender juntos en un mismo entorno digital”, dice Pacheco.
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